Fueron 110 los corredores que partieron una mañana de 1968 desde Bogotá rumbo a Girardot. Era la primera de ocho etapas de una incipiente carrera que agrupó a un centenar de jovencitos que utilizaban la bicicleta para algo más que andar por las empinadas trochas de sus pueblos. Querían correr y competir, pero en ese entonces Europa con toda su pompa no era la obsesión y la certeza que es ahora para los ciclistas nacionales.

Sin saberlo, ellos fueron los primeros de una dinastía que cumple medio siglo impulsando la carrera y los sueños de los ciclistas menores de 23 años. “Cumplir 50 años sin fallar una sola edición demuestra que hay una organización muy fuerte, con una Federación que le ha cumplido al ciclismo juvenil, de donde han salido las grandes figuras como Nairo, Chaves, Urán. Cumplir 50 años es un orgullo”, dice Jorge Ovidio González, presidente de la Federación Colombiana de Ciclismo.

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Y como no podía ser de otra manera, las Bodas de Oro tenían que celebrarse con una ofrenda a la montaña, a esa voluptuosa geografía que le entregó al ciclismo colombiano un linaje especial frente al mundo entero. “Nuestra formación se la debemos a las largas jornadas y kilometrajes en la altura. Y muchos de estos muchachos pasarán la dura prueba y se los llevarán directamente a Europa, como sucedió con Esteban Chaves y Miguel Ángel López, a quienes ni siquiera les dio tiempo de correr una Vuelta a Colombia”, señala González. Y es que mucho más con motivo de estos 50 años, los ojos de los grandes señores del ciclismo mundial estarán posados sobre los 178 ciclistas que correrán las ocho etapas de esta Vuelta. “Correr la edicion 50 va a ser algo dichoso y oportuno. Creo que el ganador va a tener un boom publicitario porque todo el mundo va a consagrarse como el vencedor de la Vuelta más dura de esta década. Será un gran trampolín hacia Europa”, piensa Javier Ignacio Montoya, (Medellín-Éxito) y quien a sus 19 años es uno de los grandes proyectos del ciclismo nacional para los próximos años.

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Y es que el prestigio de ganar la Vuelta de la Juventud no es para menos, pues en el mundo no existe una carrera en esta categoría con la misma prolongación y exigencia. Ni siquiera el Tour del Porvenir, la más importante carrera para corredores sub-23 del planeta.
Para enaltecer aún más la celebración de los 50 años, la Vuelta dio un salto internacional importante este año; seis integrantes de la selección italiana sub-23 correrán la prueba que empieza hoy en Medellín con un prólogo y finalizará el próximo domingo en Boyacá. 

“Antes ya trajimos corredores de Ecuador y Bolivia, pero necesitamos es entrar en competencia élite desde jóvenes, por eso decidimos facilitarle toda la logística a la selección italiana para que viniera. Ellos también tienen tradición en montaña y será un gran examen para ellos y nosotros. Además, seguramente será la apertura para que en ediciones posteriores lleguen selecciones de Holanda y España, por ejemplo”, explica Jorge Ovidio.

Los más contentos con la presencia de los italianos son los mismos juveniles nacionales, pues muchos de los que aún no han ido a Europa podrán medir fuerzas y dimensionar su verdadero rendimiento. “Ese roce internacional le da grandeza al evento, pero creo que los italianos se van a llevar una grata sorpresa, porque correr en Colombia es muy distinto a como se corre en Europa, porque acá es normal que suban 50 o 60 en una etapa de montaña y en Europa apenas 4 o 5 van. Así que van a estar un poco soprendidos de como se corre acá. Será bonito”, opina Montoya.

Y es que el trazado será implacable. “Sería dificil decir que hay una etapa reina. Pero pienso que la etapa de Manizales al Alto de Letras va a ser peligrosa en el sentido de una emboscada o fuga. Es una carrera de apenas 37 kilómetros pero facilito se puede perder ahí la carrera. Va a ser una locura. Pero igual creo que habrá que hacer una estrategia para limitar pérdidas. Porque incluso en el circuito final en Boyacá se puede perder el título, como se vio en la Vuelta a Colombia”, estima el joven corredor del Medellín-Éxito, equipo antioqueño que se armó para quedarse con el título.

Así pues, hoy parte nuevamente el semillero de talentos por buena parte de la geografía colombiana. Muchos cumplirán su sueño de ir a Europa y otros harán méritos para conformar selecciones nacionales. Otros se quedarán aguardando su momento para dar el salto, pero seguirán compitiendo a un gran nivel. “Para la cantidad de ciclistas que surgen en Colombia es imposible que todos vayan a Europa. Allá también hay legislaciones que regulan cupos de extranjeros. Pero ellos son los que fortalecen los muy buenos equipos de marca nacionales, que hoy son sólidos”, resalta Ovidio González. 
Ellos son la renovación del ciclismo colombiano y seguirán andando las montañas del país, que siempre tendrán algo bueno que ofrecerles.