Bendito y bendecido, ¿son lo mismo?

El verbo bendecir me parece hermoso: bendecir a otro ser, más allá y aparte de las creencias religiosas de cada quien, es un acto de bondad. Bendecir es desear que el ser superior favorezca a otra persona, es decir, que todo le salga bien, que le vaya bonito, que tenga buena suerte. Su antónimo, maldecir, tiene oscuridad, creo yo. En fin.

Bendito y bendecido son participios del verbo bendecir. El participio es una forma que pueden tomar los verbos, forma que termina en ado/ido cuando el participio es regular. Si no termina con estas letras, es irregular. Los participios necesitan al verbo haber: “Yo he traído”, “Marta ha mirado”, “nosotros hemos buscado” (he, ha y hemos son el verbo haber). “Yo he hecho”, “ellos han visto”: hecho y visto son participios irregulares.

Como ya sabrán, bendito es irregular y bendecido es regular. En general, es mejor decir “yo te he bendecido” que “yo te he bendito” (esta forma ya es rara). Pero puedo decir “agua bendita” o “agua bendecida”, por ejemplo. “Qué pereza vivir en esta bendita ciudad”, pero no pasa nada si digo “bendecida ciudad”. “Bendito sea Dios” es más frecuente, pero “bendecido sea Dios” es correcto también.

Día (Internacional) de la Mujer

Como estoy escribiendo este artículo el Día de la Mujer, aprovecho para decir un par de ideas idiomáticas al respecto. Hay palabras que admiten dos posibilidades: la presidente y la presidenta son igualmente correctas. También la juez y la jueza son correctas. Decir “la médico” no tiene sentido, por cuanto termina en o (masculino), mientras que juez y presidente parecen palabras sin “sexo”. Es decir, médico remite a hombre por su terminación, pero juez y presidente no remiten a un sexo en específico (digo, uno escucha presidente y piensa en sexo masculino porque los hombres han ocupado estos cargos, lo que nos hace culpables, a los “varones”, del desastre de la humanidad).

Otra idea: es injusto juzgar al idioma por machista. El español nació en días en los que el hombre dominaba, aparentemente, o, por lo menos, era quien ocupaba todos los lugares del poder (público). En ese contexto, es comprensible que apenas estemos aprendiendo a decir jueza y presidenta, y que “los hombres” pueda incluir a las mujeres, y que “los niños” también incluya a las niñas. También es lógico que hoy, en otro tiempo y en otro sistema moral, haya quienes crean que decir “los estudiantes” para referirse a hombres y mujeres que estudian es una acto de discriminación. El idioma se adaptará a la realidad moral de cada tiempo.

Decir los estudiantes y las estudiantes no es un error, está bien gramaticalmente hablando. Ocupa más espacio, pero está bien. Mas decir “los y las estudiantes” sí constituye un error: esa construcción no se considera correcta.