Durante años el sector bananero del Urabá antioqueño padeció discordias, desacuerdos y hasta violencia por parte de trabajadores y empresarios que no encontraban la manera de resolver sus conflictos. Hoy día la historia es otra.
Las relaciones entre empresarios y trabajadores del sector bananero en el Urabá antioqueño acumulan tres décadas de estabilidad, esto luego de un periodo caracterizado por los conflictos entre empleadores y empleados que llegó a tener incluso episodios sangrientos. Esa etapa se pudo superar gracias a una conciliación entre las partes, logro que constituye un ejemplo de negociación obrero-patronal en un país en el que no ha sido fácil lograr la convivencia entre ambas partes.
José Guillermo Rivera, presidente del Sindicato de Trabajadores de la Industria Agropecuaria (Sintrainagro) explica que “este ha sido un proceso de conciliación laboral, un trabajo conjunto pensando en el bienestar de la región y la generación de empleo para muchas familias del Urabá”.
Según Carlos Julio Díaz, presidente de la Escuela Nacional Sindical (ENS), la relación asertiva entre los empleados bananeros y los empresarios de ese sector es “digna de ser replicada” en otros territorios del país dado que se gestó en un lugar “bastante golpeado por la violencia”. Díaz hizo hincapié en esas turbias confrontaciones que dejaron alrededor de 900 trabajadores de Sintrainagro muertos, pero que hoy día son solo historia y, en contraste, se consolida una economía fuerte en torno al sector bananero.
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Antes de llegar al entendimiento entre patrones y obreros existió una “fuerte” influencia de los grupos insurgentes en las asociaciones de trabajadores y, a juicio de los trabajadores, el modelo de producción era “bastante esclavista”. El panorama se tornó más complejo en los 80 puesto que la ideología sindical de ese momento estaba impregnada fuertemente por el marxismo y la lucha de clases, que llevaba a optar por la “confrontación” y las vías de hecho para exigirles mejores condiciones a los empresarios, agregó Díaz.
Guillermo Rivera sostiene que los grupos armados, primero las Farc y luego los paramilitares, “nunca estuvieron directamente relacionados con los sindicatos”. Para el presidente de Sintrainagro esos actores incidían en la población civil en general, a través de la cual buscaban influir en los obreros. Eso fue hasta el momento en el que se normalizó la convivencia entre trabajadores y empresarios.
Una historia
Rivera recuerda que el periodo “más difícil” en la historia moderna del sector bananero fue 1985, en ese año, según el líder sindical, no se respetaban las normas de contratación y se presentaban frecuentes persecuciones a los sindicatos. De hecho, resaltó que “a través de la historia conflictiva del gremio se registraron 22 masacres en contra de los obreros”.
Según una investigación del historiador Leonardo Parra Rojas, fue fundamental para el movimiento obrero ligado al banano, unificarse en una sola organización, que a la postre terminaría siendo Sintrainagro, fundada en 1991, donde convergieron quienes provenían del Sindicato de Trabajadores del Banano (Sintrabanano) creado en 1964, el Sindicato de Trabajadores del Agro (Sintagro) de 1972, además de la organización Sindejornaleros. Hubo que superar también los intentos de las Farc y el Epl de infiltrar dichos sindicatos.
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El actual presidente de Sintrainagro fue el encargado de dar el primer paso para buscar un acercamiento con los empresarios que se congregaban en la Asociación de Bananeros de Colombia (Augura), posterior al asesinato de quien era el presidente de la organización, Alirio Guevara, a manos de la Coordinadora Guerrillera. “Cuando asesinaron al compañero Alirio Guevara yo asumí la presidencia y el reto de buscar mecanismos de concertación laboral con los empresarios”, relató.
Ese llamado a la búsqueda de mejores relaciones lo respondió en 1991 José Manuel Arias Carrizosa, quien era el presidente de Augura, y propició ese momento en el que “comenzaron las negociaciones, los procesos de diálogo y las sesiones de conciliación que para 1995 normalizaron las relaciones del sector bananero”, según Rivera. A partir de ese tiempo, y pese a los cambios que surgieron en la gerencia de Augura, se logró conservar la atmósfera pacífica que se gestó hace ya 27 años.
Juan Camilo Restrepo Gómez, actual presidente de Augura, aunque no precisa el dato histórico sí confirma el ambiente de entendimiento: “Hemos trabajado junto a Sintrainagro buscando el bienestar de la zona y a su vez de los más de 22.000 trabajadores sindicalizados del sector bananero”.
“Esta es una relación madura en la que somos conscientes de que se deben buscar puntos en común entre empresas y trabajadores”, enfatizó el presidente de Augura.
Es en este contexto que las partes del sector bananero firmaron el acuerdo de la última convención colectiva de trabajo el pasado 5 de agosto, con miras a seguir fortaleciendo las relaciones entre empresarios y obreros (Ver gráfico), un suceso que fue calificado por José Guillermo Rivera como un “triunfo” producido por la lucha incesante de los bananeros de cara a la mejora en la interacción laboral.
Por su parte, el presidente de Augura expresó que “sin duda alguna la firma de este acuerdo da tranquilidad y estabilidad, más que al sector bananero a toda la región. Con este arreglo económico construimos una relación ejemplar en Antioquia y el mundo”.
Un acuerdo necesario para Urabá
Para el economista agrícola José Vicente Cadavid, Urabá era una región que carecía de inversión gubernamental, la situación de esa área en la década de los 80 “captó los principales encabezados a causa de la violencia”, una situación que cambió y que “por supuesto” benefició a una de las regiones más fuertes del país en el tema de la producción agrícola.
En cuanto al impacto de la mejora en las relaciones empresas-empleados, ese entendimiento conjunto se “justifica en la generación de empleo, en el desarrollo social y educativo que nace a partir de la consecución de recursos obtenidos gracias al sector bananero”, argumentó Cadavid.
Por otro lado, el economista piensa que las buenas condiciones contractuales son un motor importante para mantener estable la producción bananera y el desarrollo que esta representa, sin embargo, dijo Cadavid que “el crecimiento de este sector incrementará cuando se realice el proyecto del puerto de Turbo, y se haga efectivo el mejoramiento de la infraestructura en el Urabá”.
Atrás quedaron esas confrontaciones entre las empresas productoras y los trabajadores que prestaban la mano de obra en las haciendas bananeras. Carlos Julio Díaz manifestó al respecto: “son parte del pasado esas malas condiciones bajo las cuales tenían que laborar los obreros en el Urabá, hoy día lo que vemos es un modelo en el que prima la concertación y en el que las partes optan por mirarse de manera cooperativa”.
En ese camino rumbo a la relación constructiva, Restrepo aclaró que el respeto y la búsqueda de esos intereses comunes permitieron darle un giro a esa “dinámica laboral violenta” y conseguir esa transformación positiva que hacía falta en el sector bananero.
Las buenas relaciones
El resultado de las buenas relaciones que actualmente mantienen empleados y empresarios se refleja en la productividad del sector bananero, el tercero en importancia exportadora del país por detrás del café y las flores.
Augura reportó que Colombia tiene en la actualidad 47.272 hectáreas de banano que le abren las puertas del trabajo a 75.000 empleados entre los departamentos del Magdalena y Antioquia. Además, según las cifras entregadas por la misma entidad, el 98% de la mano de obra en las haciendas está sindicalizada y cuenta con los mejores salarios del sector agro colombiano.