El presidente de Estados Unidos cambió su discurso nacionalista y ha tomado decisiones que afectan la política internacional.
Del dicho al hecho hay mucho trecho, y en política se aplica a la perfección. El discurso de no intervención que el actual mandatario de Estados Unidos, el magnate republicano Donald J. Trump, usó durante la campaña presidencial, pareciera que solo se quedó en palabras. El presidente dio un giro de 180 grados a su eslogan “America First” (Estados Unidos primero), y ha tomado decisiones que repercuten más allá de las fronteras norteamericanas.
“Mi trabajo no es representar al mundo. Mi trabajo es representar a Estados Unidos”, dijo Trump en su primer discurso ante el Congreso, el pasado 1 de marzo. En ese momento, su línea discursiva se enfocaba en cambiar la imagen de su país como “policía del mundo” y centrarse más en la política interna.
Si bien criticó a su antecesor, Barack Obama, por involucrarse en los conflictos armados de Siria y Libia, las acciones perpretadas por Estados Unidos durante la era Trump en la guerra siria han sido más contundentes.
En abril pasado, Trump autorizó el bombardeo a una base militar aérea del Ejército sirio por ser el responsable, presuntamente, de usar armas químicas contra un hospital en Jan Sheijun, en el que murieron, al menos, 83 personas, siendo la primera vez que la Casa Blanca decide atacar objetivos del gobierno de Bashar al Assad.
Asimismo, el republicano aprobó nuevas sanciones contra Irán por su programa de misiles balísticos y “comportamiento belicoso”, a pesar de mantener por el momento el acuerdo nuclear con el país de los ayatolas.
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El actual mandatario también prometió aumentar las sanciones a China por “manipulación”, imponiendo un alto arancel a las importaciones chinas para reducir el déficit comercial bilateral.Estados Unidos ha pedido ayuda al gigante asiático para que aplique medidas contra Corea del Norte.
Trump también se echó para atrás de su decisión de retirar a Estados Unidos de la Otan, la principal organización de cooperación militar de Occidente. Para él, la institución no había cumplido el compromiso de gastar un 2% adicional en defensa y criticó que no se hayan unido formalmete a la lucha contra el Estado Islámico (Ei).
“Apoyamos firmemente a la Otan (...) pero nuestro socios deben cumplir sus obligaciones financieras”, aseguró Trump durante la cumbre de líderes de esa alianza en mayo pasado.
Sin embargo, el magnate republicano le bajó el tono a su amenaza y la organización dio algunos pasos en la dirección exigida por Estados Unidos. Incluso, el borrador de presupuesto federal de Trump incluye un aumento del gasto militar de Estados Unidos a través de la Otan.
“América está dispuesta a encontrar nuevos amigos y forjar nuevas alianzas cuando se alineen intereses compartidos. Queremos armonía y estabilidad, no guerra y conflicto”, agregó.
Recientemente, amenazó con sanciones a Venezuela si sigue adelante con la realización de la Asamblea Nacional Constituyente.
Trump ha logrado canalizar el estado de ánimo de la población para basarse en sus políticas y acciones. Para el profesor Mauricio Jaramillo, máster en Seguridad Internacional y Politicas de Seguridad del Instituto de Estudios Politicos de Toulouse, hay tres factores que explican el cambio de discurso y del accionar de Trump.
La primera es que ningún presidente puede, en el terreno de la política exterior, cumplir a cabalidad con el perfil que proyecta en épocas de debate. “Suele pasar. Para no irnos muy lejos, acá en América Latina, Mauricio Macri había dicho que, de ser presidente, iba a invocar la cláusula democrática de Mercosur para solucionar la crisis venezolana y no pudo. Obama se comprometió a cerrar la cárcel de Guantánamo y tampoco lo hizo. El problema es que Trump usó un discurso muy agresivo que era sabido que no cumpliría”, afirmó Jaramillo.
El segundo es que los cambios en la geopolítica mundial en los últimos dos años cambiaron el panorama para Trump. “En América Latina hay un avance de gobiernos de derecha o centro derecha en Chile, Paraguay, Argentina, Perú, Brasil y, por supuesto, Colombia. La crisis en Venezuela y la forma como ha evolucionado dramáticamente implicó que Trump pasara de la pasividad a la ofensiva y la condición. En el mar de Japón, Corea del Norte tiene armas más sofisticadas. Esto influye a la hora de definir la política exterior”.
La tercera es que, en Estados Unidos, el presidente no tiene control total y exclusivo de la política exterior. “En ese país funciona la política de pesos y contrapesos. Por ejemplo, el secretario de Estado necesita el visto bueno del Congreso y la Comisión de Relaciones Internacionales. No son decisiones solo de Trump. Es el resultado de la negociación entre Trump y otras instituciones”, explicó.
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Sin embargo, agregó que el presidente sí maneja el liderazgo de esos factores, y esa capacidad de liderazgo marca las diferencias entre uno y otro mandatario. “Por ejemplo, el liderazgo de Trump lo ha hecho acercarse más a Rusia, que con Obama era poco probable. Por eso, Trump no interferirá en los conflictos de Georgia o Chechenia”, concluyó Jaramillo.
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