Crece la inseguridad en Medellín, a pesar de la promesa de campaña de que seríamos una ciudad más segura.
Contrario a lo que podría suponerse, la captura de los llamados “objetivos de valor”, es decir los más importantes cabecillas de la delincuencia en el Valle de Aburrá, no ha permito que mejoren ni los indicadores de seguridad ni su percepción entre la ciudadanía. Como en otras décadas, se volvió tema obligado de conversación en todo tipo de reuniones, el incremento en los homicidios, así como la crueldad de sus modalidades, en contravía a la tendencia de reducción con la que recibió esta administración.
En esas conversaciones se recuerda, por ejemplo, que parte de la estrategia de campaña para ganar la alcaldía se basó en mostrar al candidato como un experto internacional en seguridad. Se recuerda un comercial de campaña en el que se prometía que en este cuatrienio no habría atracos callejeros, como si tal promesa fuera posible de cumplir. La concejala del Polo Democrático, Luz María Múnera, interpretando muchas de esas voces escribió esta semana en su cuenta de Twitter: “Nuestra Ciudad desangrada…Y recordar que nos Regalaron Miedo para Vendernos Seguridad” (Sic).
Una voz de muchas, expresada a través de las redes sociales que parece ser un escenario en el que el alcalde se siente cómodo, excepto cuando se le cuestiona. Como lo hizo una investigación periodística del laboratorio de medios de la Universidad de Antioquia, De la Urbe, que bajo el título de La Bodega de Fico, denunció prácticas de dudosa ética en el manejo de redes promovido por el alcalde, que incluyen el favorecimiento a la campaña presidencial de Iván Duque. Tras un silencio prolongado, tal vez con la esperanza de que el trabajo periodístico por ser de corte universitario no trascendiera mucho, la administración salió al paso para defender su accionar, no solo por los canales oficiales y con voceros autorizados, sino con el apoyo de cuentas recientemente abiertas y con pocos seguidores, desde las que se minimizó el informe y se insultó a sus realizadores, lo mismo que a muchos de quienes le hicieron eco.
Varios sectores reclamaron un pronunciamiento del alcalde, pero entonces se supo que estaba fuera del país. Sin embargo, eso no fue impedimento para que se pronunciara sobre el incendio en el que su director del Dagrd y otras 27 personas resultaron heridas, ni para anunciar la captura de otro de los más peligrosos delincuentes. Algunos siguen esperando su versión, en tanto que otros apuestan porque mantendrá el silencio, que es una de las estrategias que le habría sugerido su asesor de medios, Mateo Gómez. Sin embargo, hay analistas que dicen que no es él quien realmente define la estrategia sino quien la operativiza.
Pero hay también analistas para quienes se ha hecho una tormenta en un vaso de agua. Otros, añaden que no es ni la primera ni la única vez que se recurre a estas estrategias. Argumentos que reflejan más la cultura de tolerancia que hemos desarrollado como sociedad hacia ciertas costumbres, que no por repetidas son legítimas y con frecuencia rayan con la ilegalidad. En todo caso sería bueno que los organismos de control verificaran los datos de la investigación periodística y se pronunciaran de oficio sobre lo de su competencia. No haría daño, sea cual sea el resultado de esas investigaciones, pues hablamos por lo menos de la legitimidad de un gobierno que comenzó en luna de miel con los medios, el concejo y casi todos los sectores políticos y de opinión, un capital de respaldo que a 20 meses de concluir parece que hiciera agua, menos en las encuestas de aprobación. Pero esas mismas encuestas, con una excepción notoria, no anticiparon su triunfo en las elecciones de 2015.
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En cualquier caso, más allá de los índices de aprobación y de la popularidad, una administración se defiende con resultados y hasta ahora son inferiores a la expectativa. Aún queda tiempo para recomponer el camino, pero como hemos dicho en este espacio, hay más alcalde que alcaldía y no basta con trabajar mucho y estar lleno de buenas intenciones.
Así lo repiten habitantes de comunas como la 13, la 15 o la 16, quienes reclaman una que acción más permanente del estado que supere los operativos de la fuerza pública, para evitar que volvamos a escenarios del pasado que creíamos superados. Estrategias que seguramente deben tener componentes de operativos como los de las últimas horas en el barrio Trinidad, pero que no pueden ser la única cara del estado, ni las declaraciones altisonantes ni las amenazas ni los insultos. Merecen un liderazgo que los haga sentir parte de la ciudad que mostramos con orgullo ante el mundo como un milagro y un ejemplo de resiliencia que no podemos perder.