Muy caliente decoló la temporada legislativa y además de la empelotada mockusiana y las conspiraciones para la elección de mesas directivas, el otro tema que por estos días suscita controversia es la adecuada aplicación del Estatuto de la Oposición.
Antes, durante y después de la muy intensa, extensa y agitada instalación del Congreso de la República, el pasado viernes 20 de julio, pasó de todo, como aquel adagio popular de que hay de todo como en botica, situaciones que apenas están trascendiendo en su intimidad y otras que siguen produciendo eco o reacciones tras el pasado fin de semana y que son las comidilla nacional al comienzo de la semana política.
Despeguemos con la no muy fácil elección del presidente del Senado, que al final recayó en el uribista huilense, Ernesto Macías Tovar, quien no se había posesionado y ya comenzó a atormentarlo su pasado académico y como arte de magia volvieron a aparecer en las redes las denuncias contra él de parte del periodista de su departamento Édgar Artunduaga.
La elección de esa presidencia fue bien complicada. En cierto momento parecía que iba a tener éxito la rebeldía que durante la semana pasada estalló en el Senado, protagonizada por la segunda bancada mayoritaria, como es la de Cambio Radical, acompañada por la del Partido de la U, en busca de explotar en mil pedazos un acuerdo entre senadores uribistas, liberales, conservadores y cristianos, tendiente a respetar esa dignidad para el Centro Democrático por ser la bancada mayoritaria y haber elegido jefe de Estado, en un país como Colombia en el cual predomina el exagerado presidencialismo del cual es un apéndice el Legislativo y con peligrosas ramificaciones en la Rama Judicial.
Vargalleristas y santistas conversos pretendían con su postura rebelde que no los barrieran de las mesas directivas senatoriales en los cuatro años del nuevo Congreso y aunque al final no lograron romper los pactos de la coalición mayoritaria y apoderarse de la presidencia de este cuerpo legislativo, si conquistaron ese cargo para el tercer año del cuatrienio.
Para apaciguar la sublevación de CR y la U tuvieron que intervenir hasta algunos de los ministros que ya ha anunciado el presidente electo Iván Duque y aseguran que la próxima titular del Interior o de la política, Nancy Patricia Gutiérrez, se tuvo que estrenar prematuramente y en las sombras para frenar a los “golpistas”.
Pero resuelta la insurrección externa, quedaba pendiente la puja interna que se registraba dentro del Centro Democrático por la apetecida y suculenta presidencia del Senado. 24 horas antes de la instalación del Congreso, el jueves, la competencia por esa posición se había convertido en un mano a mano entre Ernesto Macías y la antioqueña Paola Holguín, quien había recibió el apoyo de María del Rosario Guerra, quien desistió de su opción.
La disputa en ese partido se fue hasta el mismo 20 de julio y sólo se fue despejando a eso de las 3 de la tarde cuando trascendió el escueto comunicado de la senadora Holguín tirando la toalla. Aunque se mantiene el hermetismo sobre lo que en verdad sucedió para que se abriera paso la presidencia de Macías, poco a poco se ha venido conociendo que metieron la mano poderosos jerarcas del no muy democrático uribismo y se impidió que hubiera una votación de bancada entre Macías y la Holguín, por lo que se teme que hubo imposición y la temperamental senadora antioqueña prefirió hacerse a un costado para no sacrificar la unidad de su partido y no poner aspiraciones personales, pero muy legítimas, por encima de la patria, como a lo Bolívar.
En ese caso aún faltan muchas intimidades por conocerse, pero lo que quedó muy en claro es que el resucitado senador antioqueño José Obdulio Gaviria fue uno de los conspiretas contra la aspiración de su coterránea Paola Holguín y siempre alimentó las posibilidades de Macías.
Algunos se preguntan y qué es lo que le estará cobrando Gaviria a la Holguín. A lo mejor será que ella tomó vuelo político propio, armó exitoso equipo dentro del CD y doblegó en votación a Gaviria, quien casi se quema en su debut en la lista abierta del uribismo y es otro muy distinto, más derechoso, al que siempre se le conoció en su trayectoria jurídica.
Y mientras las secuelas de lo que pasó políticamente con la elección de la mesa directiva del Senado irán apareciendo en el próximo futuro, el tema que sigue originando conmoción interna es la empelotada del profesor Antanas Mockus en plena sesión de instalación del Congreso de la República.
El debate, que se apagó un poco durante el fin de semana, revivió con fuerza este lunes en la opinión pública nacional, obviamente jalonado por los medios masivos de información y las redes sociales, centrado en si el conocido personaje público es culpable o no de esa acción y si debe ser sancionado o no.
Los comentarios son variados y las posturas dependen del lado del cual provengan. Hay a favor y en contra.
Desde la misma academia aducen que como Mockus es un personaje conocido por sus mensajes pedagógicos de cultura ciudadana, su bajada de pantalones en la plenaria del Congreso no puede ser interpretada como un acto grotesco, vulgar, de indisciplina y contra la ética del Legislativo. Insisten que en caso que sea reprendido por su acto, en el mismo costal deben meter a los congresistas que se duermen, juega cartas en el recinto, que mantienen tuitiando y a los que no respetan y no escuchan a sus colegas cuando están interviniendo, además de los ausentistas y los que firman asistencia y se vuelan.
Pero también hay otros sectores de opinión condenando el estilo de Mockus y no aceptan que porque sean de la izquierda o de la oposición pueden hacer lo que les dé la gana y tampoco sancionados.
La discusión sobre este asunto está calientica y al respecto el presidente del Senado, Ernesto Macías anunció que este tema será puesto a consideración de la comisión de Ética de esta corporación como primer asunto para ser debatido una vez esa célula sea conformada esta semana.
La situación del profesor Mockus como senador se agita aún más, cuando se recuerda que podría ser objeto de dos procesos en las próximas semanas. Uno por mostrar las nalgas y el otro que anuncian opositores jurídicos, los cuales seguirán por la vía de la justicia contenciosa en la Sección Quinta Electoral del Consejo de Estado la demanda por una supuesta inhabilidad para haber sido elegido senador.
Y el tercer asunto que también calentó el inicio de la legislatura fue el estreno del Estatuto de la Oposición, que recientemente entró en vigencia y que parece que será muy empleado en el actual periodo del Congreso de la República.
Por todo lo sucedido en las votaciones para la elección de mesas directivas del Senado y de la Cámara, se evidenció claramente que ya se conformaron un bloque de mayorías a favor del próximo gobierno el presidente Iván Duque y una alianza opositora que aunque será minoritaria tendrá una gran incidencia en el control político y en la suerte de las grandes reformas que anuncia el duquismo.
En el Senado se ve observa claramente que los uribistas para sacar adelante la agenda legislativa de la entrante administración tendrán el apoyo de antiguos contradictores, como fueron hasta hace pocas semanas los liberales, conservadores, Cambio Radical y el Partido de la U, además de Mira y Colombia Justa Libre, con cuyos votos se eligió a Macías en la presidencia del Senado, con un guarismo superior a los 80 sufragios a favor.
Entre tanto, el antagonismo lo encarnarán Petro, el Polo, los verdes y las Farc, que en conjunto están sumando unos 25 votos.
El debate en este asunto gira alrededor de cuándo empieza a aplicarse el nuevo estatuto de la oposición, sobre todo por el afán de los partidos que representan la antítesis de declararse desde ya en la orilla a un gobierno que no ha empezado a mandar o ejecutar.
Paralelamente el uribismo aduce que como todavía hasta el siete de agosto esta en el poder Juan Manuel Santos, ellos son los que deben declararse en oposición a ese gobierno y tienen derecho de réplica al discurso de Santos el pasado 20 de julio, del cual dicen que fue un mar de mentiras.
Frente a todo esto, las mesas directivas del Congreso están explicando que el Estatuto de la Oposición sólo entrará en vigencia un mes después que arranque el nuevo gobierno y cobijará a aquellos partidos que se declaren previamente opositores.