El kilo al por mayor de tomate chonto, papa capira, aguacate hass, limón tahití, arroz y frijol blanco, entre otros productos, muestran por estos días precios accesibles.
Es común escuchar entre quienes compran alimentos que “todo está más caro”, y aunque las cifras oficiales no siempre respaldan esta apreciación, esta vez al menos en enero y en lo que va de febrero sí se percibió un fuerte aumento de la cebolla y el tomate. Quienes están ligados al tema hablan de razones coyunturales y no creen que haya motivos de preocupación para los próximos meses. La mejor recomendación ante las posibles variaciones es conocer las mejores temporadas de precios de las verduras y comprar en ellas.
La inflación de enero evidenció este aumento. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) se ubicó en 1,02%. El rubro que más contribuyó a la variación fue el grupo de alimentos, que creció 1,62%. La variación en el grupo de alimentos se explica a partir del comportamiento de los precios de productos como la cebolla, la cual subió 40,2% y, de igual forma, el tomate que aumentó un 19%.
El tomate y la cebolla se catalogan por ser productos de ciclo corto, lo que conlleva a que en ocasiones haya mayor o menor producción. José Leibovich, consultor, director del área de Investigaciones Económicas de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) y experto agrícola, manifestó que en materia de inflación de alimentos “en este momento no se está presentando un fenómeno como el de hace un año cuando tuvimos El Niño, el cual sí afectó los precios de los alimentos durante el primer semestre del año de manera importante. En este ciclo de 2017 no tenemos ese fenómeno, tampoco el de La Niña, entonces por ese lado esos comportamientos son totalmente pasajeros”.
Por su parte, Julio Piedrahita, gerente de la Central Minorista, dijo que todo está sin novedad. Cuando hay productos que están costosos, son difíciles de conseguir o llegan de mala calidad, “a veces obedece a factores de sequía o factores de producción de cosecha básicamente, pero no ha habido eventos externos, ni fletes ni nada que altere los productos actualmente”.
Ciclo corto y ciclo largo
Productos como las hortalizas y los tubérculos pueden tener en cualquier momento del año un aumento o disminución de los precios, lo que se atribuye a cambios estacionales porque tienen un comportamiento muy cíclico. “Hay periodos en el año en los que hay escasez y obviamente los precios de disparan, pero vuelven y se estabilizan unos meses más adelante. Al ser productos de ciclo corto, la misma señal de precios estimula las siembras y si el clima se comporta normalmente, entonces unos meses más adelante nuevamente se estabiliza el precio”, señaló Lebovich.
Aquellos de ciclo largo son los procesados y que están asociados a las importaciones porque no hay autosuficiencia. “Por ejemplo, en la avicultura el precio del pollo y del huevo que se producen en Colombia dependen muchísimo de las importaciones de maíz”, explicó el director del área de Investigaciones Económicas de la FNC.
Ante los imponderables queda entonces el consejo de la Asociación Hortifrutícola de Colombia (Asohofrucol) de buscar productos que estén en cosecha, los cuales, según su información oficial, siempre van a tener un mejor precio en las plazas de mercado que en los supermercados de superficie, ya que la ventaja de ir a los grandes centros de abastos es poder negociar directamente o en ocasiones hay pequeños negocios que favorecen al consumidor porque regalan la “ñapa”, es decir que al comprar un producto brindan uno extra. Otro factor esencial es la posibilidad de acceder directamente al productor.
Otra ventaja que hay en Colombia es que, si bien todos los productos no se cosechan a diario, “tampoco tenemos climas estacionales que nos limiten la producción de frutas y hortalizas como sí ocurre en otros países”, señaló el gremio y agregó que si los consumidores quieren realizar una dieta natural con frutas, verduras y hortalizas, les resultará mucho más nutritiva y saludable, que apelar a comidas preparadas o rápidas.