Es el senador antioqueño al que algunos denominan el Rasputín o el Maquiavelo del uribismo.
Hace cuatro años la fuerza o el imán electoral de Álvaro Uribe consiguió elegir a 20 senadores con lista cerrada. Pero ahora que abrieron la lista a esa corporación muchos se preguntan quiénes tienen votos, además de Uribe, para salir airosos en las elecciones del 11 de marzo.
Pues ese es el caso del senador antioqueño José Obdulio Gaviria, quien tiene una muy particular e inteligente manera de responder a la pregunta si de verdad tiene votos para lograr su reelección senatorial.
¿Es la primera vez que le toca salir a conseguir votos para usted, ya a sus 65 años de edad, al abrir las listas el Centro Democrático, porque hace cuatro años los actuales senadores, entre ellos usted, fueron jalonados por Uribe?
Los buenos corredores somos todoterreno. En el Tour de Francia no gana sólo el que sabe subir, sino el que sabe hacer contrarreloj al mismo tiempo y también se desempeña bien en las etapas planas y yo soy de esos.
No me siento ni muy superior a Uribe, ni tampoco muy inferior a él, simplemente soy un compañero, un gregario. Él es el líder del equipo y yo su primer gregario.
¿Pero es la primera vez que le toca salir a conseguir votos para usted?
Sí y no, porque a nosotros nos ha tocado desde 1986 enfrentarnos en elecciones. En ese año nos cotejamos con Bernardo Guerra pero para Uribe y el hombre logró salir airoso.
La campaña de 1990 fue magistral. Yo fui el gerente de esa campaña. Uribe subió de 37.000 votos en 1986 a 90.000. O sea, que me siento veterano en las lides de la política.
¿Pero ahora le tocó conseguir votos para usted?
Sí. En el 2014 cuando decidí acompañar a Uribe en la lista…
¿La cerrada al Senado?
Sí la lista cerrada y lo acompañé por dos motivos. Uno porque no tenía ningún interés personal porque estaba en el mejor momento de mi profesión y económicamente y el segundo porque comenzando por Juan Manuel Santos, y siguiendo con todos los senadores del Partido de la U, 28, a excepción de Juan Lozano y Juan Carlos Vélez, todo el mundo salió volando, como si fuera un trapo sucio, abandonando una plataforma política en cuya construcción yo participé.
En ese momento dije ¿cómo era posible que dejaran expósito a unos hijos como la seguridad democrática y también al Estado Comunitario. Me tocó a mí salir a defenderlas y es lo que he hecho durante cuatro años.
Eso generó envidia y rabia en una persona como Óscar Iván Zuluaga que trató de desmeritar mi derecho a estar allí presente. Creo que le ha tocado comerse sus palabras porque evidentemente en la jerarquía de la bancada yo he estado siempre como primer violín de Uribe.
Aparte de la experiencia del 2014 y la de ahora nunca antes había aspirado al Congreso. ¿Hay un episodio en el que en una convención interna del Sector Democrático lo derrotó internamente Mario Uribe para la escogencia de candidatos a la Cámara por allá terminando la década de los años 80?
Siempre he estado muy satisfecho con la aceptación de mis puntos de vista y mis ideas por parte de Uribe en el Congreso y en el Ejecutivo, cuando fue gobernador y presidente, cosa que si a alguien le consta es al periódico El MUNDO, donde yo casi establecí una cátedra de apoyo a las ideas uribistas.
Pero en algún momento pensé y le dije al presidente Uribe que el Instituto de Estudios Liberales de Antioquia (Iela), que yo coordinaba, debería hacerse presente en la bancada para hacer la segunda a la Cámara. Eso no fue posible porque implicaba una confrontación interna que el Iela no tenía condiciones ni ganas de dar, por lo tanto nosotros al final no terminamos haciendo campaña para la Cámara en el caso mío.
¿Dicen de usted que es el Rasputín, el Maquiavelo, uno de los ideólogos de los Uribe?
Algunas de esas palabras las usan mis malquerientes, otras las usan mis admiradores, yo simplemente diría que personas como Uribe y como yo en el Congreso no somos muy comunes, porque solemos destacarnos por informaciones, por análisis y por el estudio de los asuntos. Pero también estamos en condiciones de pelear voto a voto.
Insisto que nosotros somos corredores todoterreno, en el caso de Uribe ganador de cinco Tour y en el caso mío ganador de etapas.
¿Y en qué se parecen la política al ciclismo, ya que siempre hace ese símil entre ambas actividades?
Porque el ciclismo es el deporte más coincidente con la técnica de la política.
Indudablemente que el análisis político se refuerza muchísimo cuando el que lo hace tiene conocimiento del ciclismo, particularmente el de las carreras por etapas.
¿Es muy difícil conseguir votos?
En el caso mío no por esto, porque en primer lugar el que los tiene es Uribe y como hay una coincidencia universal sobre que soy su escudero, su más cercano compañero, la cosa se vuelve más sencilla.
Por ejemplo, si Uribe obtiene un millón de votos, y uno de cada diez de esos electores decide ayudarme, acompañándome y pelusiando votación, entonces, yo fácilmente obtengo muchos más votos que cualquier trabajador político profesional que le toca enfrentar una tarea voto a voto y eso me puede garantizar a mí 100.000 o 150.000 votos. Castigando esa cifra, dividiéndola por dos o por tres inclusive, sigue siendo una enorme votación que puedo obtener.
Pero también se corre el riesgo que se concentre toda la votación al Senado del Centro Democrático en Uribe y los deje a ustedes sin nada.
Total, así debe ser, esto está bien y ese es el sistema que debió operar.
Como hicieron abrir las listas, ahora nos toca ir a decirle a los amigos de Uribe que también tengan en cuenta a sus mejores escuderos o a sus mejores coequiperos.
¿El electorado es muy complicado, exigente, pide muchas cosas y usted no está acostumbrado a eso?
En el caso específico mío no, porque yo dirijo el Centro de Pensamiento en Colombia desde el 2003 y es una organización que tiene capítulos en quince departamentos.
Y puedo ser una sorpresa impensable en el Amazonas donde tenemos Centro de Pensamiento y alcalde de Leticia.
También puedo sorprender en el Atlántico, donde hay tres candidatos al Senado, pero nosotros tenemos un capítulo del Centro de Pensamiento, que perfectamente puede poner una votación muy cercana a la que saque un cacique.
¿Pero a los ideólogos y a los pensadores les cuesta la parte electoral, conseguir votos?
En el caso del uribismo eso es falso, porque el uribismo superó a Serpa en el 2002 contra la opinión que nosotros no teníamos votos y ganamos en la primera vuelta.
Por eso insisto mucho en las elecciones del 90, en la que el Iela fue el primer violín de esa campaña, en esas elecciones nadie podía pensar que Uribe fuera un hombre que tuviera 90.000 votos a punta de lo que llamábamos en ese tiempo novenitas y estampitas.
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