El 7 de julio de 1979 nació en Pereira una de las mejores raquetas femeninas en la historia del tenis colombiano, se trata de Catalina Castaño, una mujer que a punta de disciplina y esfuerzo demostró que no había reto lo suficientemente grande para derrotarla.

La tenista logró destacar en su disciplina tanto en sencillos como en dobles, participó de todos los Grand Slam, en 2005 fue subcampeona del Abierto WTA en Budapest y en 2008 alcanzó la tercera fase de Wimbledon en compañía de la tenista estona, Kaia Kanepi.

Castaño además participó en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y en varias ediciones de Juegos Panamericanos y Bolivarianos, alcanzando en 2011 la medalla de bronce en los Panamericanos de Guadalajara.

En marzo de 2014 Catalina anunció a los medios de comunicación su retiro del tenis, la pereirana pasaba por momentos difíciles, una enfermedad que afecta sin piedad a su género le jugaba una mala pasada, Catalina tenía cáncer de seno.

“Estaba disputando un torneo cuando empecé a sentir molestias en el seno izquierdo, terminé mi participación y supe que algo malo pasaba. Le conté a mi mamá, me hice los exámenes y salió que tenía cáncer, ahí comenzó la lucha”, contó catalina a EL MUNDO.

Para cualquier deportista es difícil decir adiós a la actividad que realizó toda su vida y que tanto lo apasiona, un retiro que se hace más llevadero cuando es algo planeado, pero cuando es algo tan inesperado resulta mucho más difícil para el deportista. Así le pasó a Catalina quien se vio obligada a abandonar las canchas para luchar con un rival al que conocía muy poco.

La primera etapa fue de negación, Catalina no podía creer que después de llevar una vida tan disciplinada fuera a padecer de esta enfermedad a una edad tan temprana, pero con el tiempo entendió que son retos que la vida manda y que hay que aceptarlos y salir victoriosa como cuando lo hacía con su raqueta.

La tenista decidió tomar las cosas con una mejor actitud y se aferró a la fe y a sus creencias para sacar fuerzas de donde no las tenía y demostrarle al mundo y a sí misma que no iba ser derrotada por una enfermedad. Con la ayuda de su familia y la esperanza de salir triunfadora, Catalina empezó las quimioterapias y con la misma disciplina que preparaba sus competencias, se disponía a ese fuerte tratamiento, se ponía su ropa deportiva, se cuidaba en la alimentación y procuraba descansar lo suficiente para que el cuerpo tuviera las fuerzas necesarias para sufrir el menor daño posible.

Después de someterse a la cirugía Castaño salió bien librada, se curó de una enfermedad que le ha causado la muerte a miles de mujeres y tanto su fe como la manera de ver el mundo cambiaron de forma drástica.

“Ahora veo la vida desde otra óptica, me aferré mucho a esa relación con Dios, trato de no prestarle atención a las cosas que antes me molestaban, cuando me enojo por algún motivo trato de no permanecer mucho tiempo molesta. La vida de verdad que le cambia a uno”, afirmó.

El cáncer para Catalina fue una lección, no porque hubiera hecho las cosas mal, de hecho la tenista fue muy disciplinada y aplicada durante su carrera y en la vida, fue más bien un llamado a disfrutar un poco más de lo que la rodeaba, de aquello que sucedía fuera de la pista.

“Yo era muy estresada y tiendo a ser psicorrígida, cuando era tenista profesional mantenía disgustada conmigo misma. Me exigía mucho y no me arrepiento de ello porque para llegar a lo más alto uno debe ser así, pero vivía con mucho afán y no disfrutaba el presente por estar planeando mi futuro, ahora sigo siendo exigente y doy lo mejor de mí y si las cosas salen bien, excelente y cuando no me salen bien, las suelto, ya no me doy tanto látigo como antes”, expresó.

Catalina tuvo una carrera impecable, fue una deportista que hizo todo por destacar en su disciplina, desde pequeña sintió una gran conexión con la raqueta y hasta ahora esa relación no se ha acabado, sueña con estar ligada al mundo del tenis por mucho más tiempo porque ahí encuentra su mayor felicidad.

Una nueva faceta

Hoy en día Catalina se desempeña como entrenadora de tenis, volvió a coger una raqueta y así no sea como tenista profesional, está donde más le gusta, trabajando con el deporte que desde pequeña la apasiona.

“En este momento soy capitana del equipo colombiano de Copa Federaciones (Fed Cup) y hasta hace poquito estaba trabajando con una jugadora profesional paraguaya, todo enfocado hacia al tenis”, contó.

Hoy en día tras una exitosa carrera y tras librar una batalla por la vida Castaño es más serena, ve las cosas con más calma y analiza lo afortunada  que fue por poder vivir de lo que la apasiona, pero también es consciente de todos los momentos que se perdió por andar de viaje o enfocada cien por ciento en su preparación.

“El tenis es mi pasión es un deporte muy lindo, yo disfrutaba de los torneos, los viajes, las diferentes personas y culturas, la competencia, son muchas cosas positivas que tiene, pero de todas formas hay aspectos muy duros. La soledad, el sacrificio personal y la fuerza que uno debe tener para sobre pasar sus límites, lo van desgastando a uno sin que se dé cuenta”, afirmó. La ex tenista vive una etapa nueva dentro de su disciplina, su papel como formadora es muy distinto al que tenía como tenista, pero es un rol que está disfrutando y cada día le va tomando más cariño, pues para ella transmitir toda esa información y conocimientos que adquirió como jugadora es una manera de permanecer ligada al deporte y seguirle dando alegrías al país, ahora desde otra función.

“Me encanta ser entrenadora, aprendí a tener paciencia y mantener la pasión, nunca me imaginé desempeñando este papel pero me gusta mucho, me alegra poder aportarle mi conocimiento a las más jóvenes tanto mi experiencia deportiva como mi experiencia de vida, entonces me motiva mucho, es una pasión y un sentimiento diferente al que tenía como jugadora pero no deja de ser algo muy bonito”, dijo la entrenadora.

Castaño conoce muy bien a las nuevas generaciones de tenistas colombianas, con ella como capitana el equipo femenino se consagró campeón del Suramericano sub 16 y alcanzó la octava posición de la Copa Federaciones Junior, la mejor actuación histórica para el país. Por eso la pereirana da un balance de las jóvenes promesas y le augura un buen futuro al tenis nacional.

“Vamos a tener buenas niñas, estoy con muchas expectativas. Tenemos a una Emiliana Arango o una María Camila Osorio, también están Laura Rico y Jessica Plazas. Niñas que están empezando a hacer sus primeros pinos y seguramente le darán grandes cosas al país, son jóvenes y aún les falta ganar experiencia, pero es claro que tienen mucho futuro”, cerró Castaño.

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Catalina es sin duda una de las mejores tenistas de nuestra historia, una deportista disciplinada y apasionada que le mostró al mundo la esencia de la verdadera mujer colombiana, que a diferencia de aquella que muestran los estereotipos, es una mujer trabajadora y talentosa que a pulso se ha ganado un lugar en el deporte y en la sociedad.