El año pasado el Museo creó la Sala Cundinamarca, que conectó el Museo con la parte trasera de su edificio e influyó en el cambio de diversas problemáticas sociales presentes allí.
Uno de los cambios más significativos del Museo de Antioquia en 2016 fue la llegada de una nueva directora, María del Rosario Escobar, quien motivó y llevó a cabo varios proyectos que se enfocaron en la revisión crítica a la historia y al territorio, el impacto sobre el Centro de Medellín y la apropiación social del arte, entre otras búsquedas y énfasis.
En el balance general, fue un buen año para el Museo, pero según las directivas, más que pensar en positivo o en negativo es más importante lo que se consolidó y se construyó, además de los cimientos dejados para presentes y futuros proyectos.
Uno de estos, y tal vez la actividad bandera del Museo el año pasado, fue la creación y agrupación de diversos proyectos artísticos y educativos en torno al Museo 360, un macroproyecto que busca abrir y conectar todos los costados del edificio sede y la sede alterna, la Casa del Encuentro, con el espacio público que lo rodea, para generar dinámicas que contribuyan “a la transformación de las diferentes problemáticas sociales presentes y permitir la apropiación y el disfrute ciudadano”.
Para María del Rosario Escobar, directora del Museo, asumir las riendas el año pasado fue muy significativo porque, más que una dificultad, la dirección del Museo es “un gabinete de posibilidades” que se pueden realizar con una buena planeación y proyección. “Me he sentido muy cercana y con muchas herramientas para trabajar, y eso me parece muy importante. También inspirada, que es un motor fundamental para mantener los proyectos que estamos haciendo y sacar adelante los que vienen”, agregó Escobar.
Por ejemplo, la agenda expositiva del año pasado incluyó muestras que abordaron la memoria y los procesos de duelo de víctimas y dolientes del conflicto armado colombiano; reflexiones sobre los lenguajes del performance, el teatro y la fotografía, la forma en que se cruzan y de qué manera aparecen en el Museo, y las dinámicas del crecimiento urbano en la contemporaneidad presente en exposiciones como Movimientos de la imagen, Zonas grises, Relicarios, además de participar de La vida que se teje, con el Museo Casa de la Memoria.
Además de la agenda expositiva, también fue muy importante el nacimiento de La consentida, en abril del año pasado, un proyecto que cada dos meses selecciona una obra de la colección del Museo de Antioquia para generar alrededor de ella diversas reflexiones y lecturas. Hasta ahora, las obras seleccionadas han sido La Monalisa niña, de Fernando Botero; Horizontes, de Francisco Antonio Cano; El pueblo y el guayacán, de Ethel Gilmour; y, para conmemorar los 135 años del Museo, cumplidos también el año pasado, fue realizado un montaje con objetos de la colección fundacional, que se puede visitar en la actualidad.
“Ya para este año tenemos varios proyectos prontos a lanzarse y otros en los que estamos trabajando. Uno de ellos, el más cercano, será un nuevo proyecto de Museo 360: Estudio Centro, que abrirá parte del edificio como un espacio de co-working. Además, en febrero será abierto el remontaje de la sala primera mitad del siglo XX, y tendrá exposiciones enmarcadas en el Año Colombia Francia”, concretó la directora.