Este año la exploración espacial amplió sus fronteras con el aterrizaje de la misión de Rosetta, cuyos datos recopilados supuso importantes logros y descubrimientos científicos.
La conquista de Marte se cobró este año una víctima, el módulo Schiaparelli, pero la sonda Rosetta se posó de forma controlada en el cometa 67P tras una exitosa misión. Cara y cruz de la exploración espacial, que en 2016 ensanchó fronteras con la llegada de Juno a Júpiter.
El cuarto planeta del Sistema Solar siguió ocupando titulares y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, reiteró el objetivo de mandar una misión tripulada de ida y vuelta a Marte en 2030.
Pero toda empresa humana de gran envergadura sufre reveses y la tecnología le jugó una mala pasada a Schiaparelli, que tuvo en vilo a la comunidad científica a la espera de una señal que nunca llegó.
El pequeño módulo formaba parte de la misión Exomars, en la que colaboran Europa y Rusia, que el pasado 19 de octubre pasado colocó sobre Marte un Orbitador Gases Traza (OGT).
Aún es pronto para asegurar qué pasó, pero se cree que un fallo en el sistema de medición pudo ser el desencadenante, al generar una información que hizo creer a la nave que estaba en suelo marciano cuando se encontraba a 3,7 kilómetros de altura.
Lo que sí celebró la comunidad científica el 30 de septiembre fue el final de la misión de Rosetta, que se posó en el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko con tal precisión que sólo se desvió 33 metros del punto elegido. 40 minutos después y a 720 millones de kilómetros de la Tierra la sonda se apagó.
La misión de la ESA había comenzado doce años antes cuando Rosetta fue a la caza del cometa para colocarse en su órbita y acompañarlo en su trayectoria alrededor del Sol.
Una misión no exenta de problemas, pero que supuso importantes logros tecnológicos y descubrimientos científicos. Analizar e interpretar todos los datos de Rosetta y su módulo Philae llevará años, pero responderán a preguntas que los técnicos ni siquiera se han siquiera planteado, según la ESA.
Las fronteras del conocimiento del espacio también se ensancharon con la confirmación de la existencia de las ondas gravitacionales, que ya predijo Albert Einstein hace un siglo en su Teoría de la Relatividad General. Además de la llegada a la órbita de Júpiter, tras cinco años, de la sonda de la Nasa, Juno.