La tal “maquinaria” ya está contada y conocida, por lo menos la que vota; falta por ver si la otra que hasta ahora se ha abstenido, aparece ahora aceitada y encarrilada hacia otras opciones que sí la satisfagan
Colombia ha mantenido en los últimos procesos electorales, tanto en los destinados a elegir el poder legislativo como en los que definen la Presidencia de la República, un gran índice de abstencionismo, uno de los más altos entre las naciones latinoamericanas.
Las cuentas que se hacen de acuerdo con los últimos resultados es que hay una masa de votantes activos estimada en quince millones de personas, en tanto que una cantidad similar o un poco superior, integra la otra que por tradición no ha concurrido a las urnas casi nunca.
Los colombianos habilitados para sufragar el próximo 27 de mayo en la primera vuelta presidencial son, en números redondos, 36 millones, y si se mantiene la constante abstencionista de los recientes comicios, se espera que apenas unos 15 millones acudan a los recintos electorales, o como máximo 18 millones, aceptándose de antemano que la abstención apenas fuera del 50%.
Una consideración que es necesario precisar antes de continuar: Los analistas y actores del acontecer político han venido especulando sobre la nutrida participación en la próxima contienda, de lo que llaman “la maquinaria”, al hablar del presunto potencial que allí puede tener una de las candidaturas en juego, la cual seguramente va a reflejar en el conteo final una situación numérica mejor de la que por ahora permiten adjudicarle las diferentes encuestas.
Si bien esto último es factible y puede darse, hay que tener en cuenta que la tal “maquinaria” ha participado sin falta alguna en los últimos certámenes en los cuales la abstención ha sido mayor al 50%, por lo que puede afirmarse que los abstencionistas consuetudinarios no hacen parte de ella y, por el contrario, la repudian y condenan con su indiferencia y desdén frente a las urnas.
Además hay que tener en cuenta que todas las maquinarias están propensas a su deterioro paulatino, y muchos de sus implementos, tuercas, tornillos, pasadores y pernos, suelen con el tiempo presentar lo que llaman “fatiga material”, así se llamen Bernardos “Ñoños” Elías o Musas Besailes.
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Otro aspecto a tener en cuenta es que la abstención ha sido producida por la incredulidad de los ciudadanos en la clase dirigente que ha tenido a su cargo el país en los últimos cincuenta años; la desconfianza en ella ante la rampante corrupción que crece día a día, y el incumplimiento secular de todo aquello que prometen cuando andan en busca del voto.
Extraído todo lo anterior de lo puramente electoral y llevado en imaginario al campo gastronómico, podría decirse que en Colombia hay quince millones de hambrientos comensales aptos para participar en la gran comilona, siempre y cuando les cambien el bufete hasta ahora servido.
Con su ausencia de la mesa han rechazado el pésimo alimento ofrecido, y parecieran estar a la espera de productos más llamativos y no en tal mal estado como los que se les han venido ofreciendo en los pasados banquetes.
No puede aventurarse que si se dan las condiciones necesarias los quince millones de abstencionistas van a regresar a las urnas; pero con que lo hagan el diez o el veinte por ciento de ellos, ahora que tienen un bufete más variado, se estaría hablando de una cifra entre el millón y medio y los tres millones de votos de aquellos abstencionistas consuetudinarios que cambiarían de posición.
Y esos son guarismos importantes en unas elecciones en las que se presume no habrá vencedor en primera vuelta, y que necesariamente se tendrá que concurrir de nuevo a las urnas el 17 de junio.
Así, pues, la tal “maquinaria” ya está contada y conocida, por lo menos la que vota; falta por ver si la otra que hasta ahora se ha abstenido, aparece ahora aceitada y encarrilada hacia otras opciones que sí la satisfagan.
TWITERCITO: La política en Colombia es tan dinámica, como aquella que se para en cualquier esquina para ofrecer sus virtudes al mejor postor.