El jerarca de la Iglesia Católica envió un emotivo mensaje de fe y esperanza a miles de jóvenes durante su discurso en la capital de la República.
El corazón de más de 25.000 jóvenes colombianos se llenó de gozo al ver la figura del máximo representante de Dios en la tierra aparecer por el balcón del Palacio Arzobispal de la Plaza de Nariño, ubicado en pleno centro de Bogotá. Desde allí el papa Francisco, sonriente y con un tono esperanzador, manifestó que su llegada a nuestro país no pretende más que “ser un aliciente, un aporte que en algo allane el camino hacia la reconciliación y la paz'.
“Quise venir hasta aquí para decirles que no están solos, que somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso (hacia la reconciliación nacional)”, dijo el sumo pontífice ante una multitud a la cual recordó que ha sido mucho el tiempo que hemos pasado en el odio y la venganza, por lo cual ”no queremos que cualquier tipo de violencia restrinja o anule ni una vida más”.
Desde las 3:00 a.m. comenzó a agruparse la gente en este emblemático lugar de la capital de la República para recibir con ovaciones, pancartas y banderas al sucesor de San Pedro, quien conminó al pueblo colombiano a “no perder la fe”, pues cuanto más difícil es el camino que conduce a la paz y al entendimiento, “más empeño hemos de poner en reconocer al otro, en sanar las heridas, estrechar lazos y ayudarnos mutuamente”.
“Vengo también para aprender; sí, aprender de ustedes, de su fe, de su fortaleza ante la adversidad”, dijo el obispo de Roma poniéndose en los zapatos de la juventud allí presente, la cual “ha vivido momentos difíciles y oscuros pero el Señor está cerca de ustedes, en el corazón de cada hijo e hija de este país”.
Antes de su despedida del Palacio Cardenalicio el papa Francisco invitó al compromiso, no al cumplimiento, en la renovación de la sociedad, para que sea justa, estable y fecunda. “Desde este lugar los animo a afianzarse en el Señor, es el único que nos sostiene y alienta para poder contribuir a la reconciliación y a la paz”, concluyó.
La Orquesta Sinfónica de Colombia inició la ceremonia de honores. Mientras tanto, el sumo pontífice recorrió la alfombra roja para encontrarse con el presidente Juan Manuel Santos, quien recibió al jefe de estado del Vaticano en la casa de Nariño para lo que sería la bienvenida oficial del papa a nuestro país.
“Confiamos en que su visita abra el corazón y las mentes de los colombianos a la paz que viene de Dios y habita en el alma de los hombres, a esa paz que ahora estamos construyendo”, dijo el mandatario colombiano al obispo de Roma mientras que resaltaba que “Colombia es el único país del mundo donde hoy las armas se están cambiando por las palabras, donde las armas se destruyen y se funden para convertirse en monumentos a la paz”.
Asimismo, Santos agradeció a Francisco por llevar sus pasos y su prédica a lugares emblemáticos de Colombia, haciendo referencia a las visitas papales en Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena.
“Bienvenido, caminante de la paz y del amor. Humildemente pido para nuestro país y sus habitantes su bendición apostólica”, expresó el presidente.
Al momento de su discurso diplomático, el papa reveló que decidió venir a Colombia siguiendo la huella de sus predecesores, el beato Pablo VI y san Juan Pablo II pues, como a ellos, lo mueve el deseo de compartir con los colombianos el don de la fe y la esperanza que palpita en el corazón de todos.
Destacó además que nuestro país es bendecido de muchísimas maneras, no sólo por la biodiversidad o la cultura sino que “Colombia es rica por la calidad humana de sus gentes, hombres y mujeres de espíritu acogedor y bondadoso; personas con tesón y valentía para sobreponerse a los obstáculos”.
Ante la imagen de la Nuestra Señora de Chiquinquirá, el papa susurró una oración, junto sus manos, agachó su cabeza y comenzó el silencio, el tiempo para que el sumo pontífice pidiera a Dios por las necesidades de este país.
En la Catedral Primada y ante la presencia de unas tres mil personas, el obispo de Roma elevó una súplica para que “la Virgen María Inmaculada no deje de guiar y cuidar a los hijos colombianos, mirándolos con sus ojos misericordiosos".
Cabe mencionar que el cuadro de la Virgen llegó la semana pasada desde la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, pedido que el mismo pontífice realizó con el fin de orar a su lado y recitar la letanía de la virgen con su camándula.
El papa Francisco aprovechó su visita a la capital de la República para reunirse en la Nunciatura Apostólica con los obispos del Consejo Episcopal Latinoamericano – Celam -, a quienes pidió doblar sus esfuerzos para que la Iglesia sea "respetuosa del rostro multiforme del continente".
"Deben trabajar sin cansarse para construir puentes, abatir muros, integrar la diversidad, promover la cultura del encuentro y del diálogo, educar al perdón y a la reconciliación, al sentido de justicia, al rechazo de la violencia y al coraje de la paz", les indicó el pontífice.
Francisco, quien siempre ha tenido vocación de misionero, les recordó a los prelados que "no se puede reducir la Iglesia a una organización dirigida con modernos criterios empresariales ni por una casta clerical".
"Se trata de que se metan día a día en el trabajo de campo, allí donde vive el pueblo de Dios que les ha sido confiado. No nos es lícito dejarnos paralizar por el aire acondicionado de las oficinas, por las estadísticas y las estrategias abstractas", aseveró.
El sucesor de Pedro les pidió también a los presentes a no comportarse como si tuvieran las maletas en la mano, listas para partir después de haber saqueado la Iglesia, “como han hecho tantos a lo largo del tiempo".
Finalmente, el papa concluyó diciendo que “la esperanza en América Latina tiene un rostro joven, un rostro femenino y la mente y los brazos de los laicos".