Ya la Federación empezó a estudiar con el Gobierno Nacional qué proyectos se pueden implementar para incorporar a los guerrilleros que se desmovilicen en los municipios cafeteros de Antioquia.
Para Álvaro Jaramillo, director ejecutivo del Comité Departamental de Cafeteros de Antioquia, el ritmo de trabajo de los cafeteros en los ámbitos nacional y regional ha sido clave para el resultado positivo que registró la caficultura el año pasado. Sin embargo, considera que si se quieren alcanzar metas mayores necesariamente habrá que hacer un mayor esfuerzo y recuerda al físico Albert Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.
¿Cómo cerró Antioquia el año cafetero?
Tuvimos a una Colombia cafetera con 14,5 millones de sacos de café. La región se sigue comportando con una participación del 16%, lo que se traduce en 2,3 millones de sacos de café aproximadamente. Es un comportamiento similar al de hace varios años.
¿Qué explica eso? Que todos los departamentos básicamente vamos renovando (los cafetales) a un mismo ritmo, de alguna manera entonces ninguno está renovando ni mucho más ni menos de lo que le corresponde, entre otras razones porque eso es parte de los mismos programas y metas que nos ponemos.
La cosecha del país aumentó significativamente, de tal manera que la de Antioquia lo hizo también en esa proporción, la calidad de la cosecha del país fue muy buena, igual de buena lo fue en Antioquia.
Entonces al multiplicar cantidad por una buena calidad y por un buen precio, a los caficultores antioqueños les fue bien. Se recuperaron de momentos difíciles, y ese fue el contexto de los caficultores colombianos.
¿Qué lecciones quedaron de 2016?
Al revisar las metas y los propósitos que nos hicimos, en gran medida los vemos muy cumplidos y eso nos da una satisfacción. Yo diría de lo realizado no solamente el año pasado sino en años anteriores y mirando hacia adelante hay dos grandes retos.
Uno que nos viene desde un planteamiento del ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, donde nos ha dicho “por qué no pensamos en el 20/20”. Es decir, por qué no nos fijamos una meta de que en el 2020 Colombia produzca 20 millones de sacos de café. Pero cuando uno revisa aprendizajes encuentra que en los últimos años la gráfica de renovación muestra que hemos venido alcanzando las metas que nos proponemos, pero si pensamos en el 20/20, no se ve que lo podamos lograr.
Entonces la idea es revisar ese tema con el Gobierno Nacional para lograr una gráfica ascendente.
Ascender más implica renovar más (cambiar más cafetos), con mayores densidades (más plantas por hectárea), y no se descarta ampliar la frontera cafetera (crecer en territorio dedicado al grano). Nos hemos mantenido en alrededor de unas 950.000 hectáreas sembradas de café en el país. Si se quiere un 20/20 se necesitarían programas de estímulo, y estos necesitan recursos, lo que implica también hablar con el Gobierno y decirle, “si queremos apuntar al 20/20 necesitamos más recursos, hacer promoción, fomentar entonces mayor densidad, mayor área, pero como venimos no se logra”.
¿Cuál sería el segundo reto?
El que ha planteado nuestro gerente general, Roberto Vélez Vallejo. Se trata del 100/100. Este año estamos cumpliendo 90 años, entonces un 100 se deriva del cumplimiento de los cien años, y lo otro es que en el 2027 tengamos una caficultura colombiana sostenible, que le podamos decir al mundo desde el punto de vista ambiental, económico y social, que la caficultura colombiana es 100% sostenible.
Si miramos la sostenibilidad ambiental estamos en un 40%, ya que más o menos ese porcentaje de productores puede mostrar un sello. Podría pensarse “¡ah! va muy bien, le faltan diez años para el 60%”, pero no es tan fácil.
También queremos construir un sello propio internacional y poder cubrir a ese 60% que falta por certificación. Son dos grandes retos que revisados vemos que nos van a dar trabajo. Entonces nos queda el reto de revisar, pero como vamos difícilmente llegaríamos a esas metas, tenemos que cambiar.