A la idea que la moralidad está muy directamente ligada a la religión, la cuestionan seriamente investigaciones recientes.
¿La rampante corrupción que se vive en el país muestra que en Colombia se acaba la ética? Dos publicaciones recientes han vuelto a poner en primera línea esta pregunta de la crisis de la ética que se viene planteando. La más reciente, la columna del abogado Abelardo de la Espriella, Muerte al tirano, en la que invita a asesinar a Nicolás Maduro por su ejercicio tiránico en la presidencia de Venezuela. El artículo fue difundido en la red por el expresidente Uribe. La otra es de la revista Semana que publicó y le dio portada al artículo En que momento se acabó la ética en Colombia en el que seis académicos reflexionan sobre la crisis de valores del país.
De la Espriella, el mismo que ha dicho que “la ética no tiene nada que ver con el derecho”, en su columna de ahora incita y anima a dar muerte a Maduro y termina con “no se trataría de un asesinato común, sino de un acto patriótico que está amparado por la constitución venezolana y que resulta, por demás, moralmente irreprochable.” Algo tan discutible como inadmisible, pues el homicidio es moralmente inaceptable. Este abogado que desprecia la ética, su escrito lo basa en la tesis del tiranicidio de los escolásticos españoles principalmente del sacerdote Juan Mariana, un líder de esa tesis, quien fue cuestionado duramente por el mismo prologuista de sus obras, Pi y Margall, quien dice que Mariana quería establecer una sociedad dominada y gobernada por la iglesia católica, una teocracia, y concluye “no se ve ya en él un escritor de conciencia, sino un hombre pérfido, un sacerdote hipócrita." Es entonces, tan cuestionable como rechazable moralmente el tiranicidio homicida que proclama a los cuatro vientos Abelardo, pues él desprecia la ética. Si a él se le acabó la ética no tiene derecho a tratar de asfixiarla aquí y allá.
Decía Ortega y Gasset que todos estábamos metidos en el mundo de la moralidad y que ninguno podía elegir entre ser moral o no serlo. Lo importante no es la distinción moral-inmoral sino la distinción moral-desmoralizado. El ser persona implica el estar en un tono moral, pero se puede estar alto de moral o bajo de moral. Podemos elegir sí, entre estar altos de moral o desmoralizados (bajos). “Una persona está alta de moral cuando se encuentra en su pleno estado y eficacia vital”, dice. Queda claro, entonces, que De la Espriella con sus planteamientos y loas al tiranicidio que algunos aplauden, están por lo bajo en la escala moral. También quienes se encuentran o apoyan el torbellino de la corrupción, se sitúan muy en lo bajo o en la indigencia moral.
En el artículo de Semana En que momento se acabó la ética en Colombia, no muy apropiado pues debiera hablarse de crisis o estrangulamiento de la ética, la ética nunca se acaba, sube o baja de tono, se concluye que la corrupción es el cáncer que corroe los valores de la nación. Una de las preguntas que se hizo fue como se explica, en un país en el que un 85 por ciento de la gente considera que la religión es importante, que no haya un resorte moral en el cuidado de lo público. Es bien común la idea que la moralidad está muy directamente ligada a la religión. Investigaciones recientes cuestionan esta creencia.
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En una investigación de Jean Decety, con 1.170 niños de entre 5 y 12 años en seis países de distintas religiones, se encontró que los hijos de padres religiosos eran menos altruistas o prosociales que los de padres agnósticos o ateos. Decety atribuye esto a un sesgo psicológico que denomina “licencia moral” y que consiste en que quienes cumplen con ciertas obligaciones religiosas, como rezar o ir a misa, relajan su comportamiento moral con la convicción de que en su contabilidad del bien ya tienen un saldo a favor que les permite darse ciertas licencias. Creo que esto se aplica perfectamente a nosotros donde hace fácil carrera “el que peca y reza empata”. Por eso y otras cosas más estamos bajos de moral y se trata de imponer la ética de la corrupción. Hacen falta grandes dosis de formación ciudadana y ética civil.
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