Más peligroso entonces, desde el punto de vista electoral, por su opacidad e ignorancia, que revolucionarios sin tapujos como Petro, o títeres como De la Calle.
Con la mayor frecuencia, en todas partes, las encuestas se equivocan, pero no dejan de publicarse porque son un arma relativamente eficaz para la manipulación del electorado.
Por su lado, los gobiernos mantienen cotidianos y discretísimos sondeos, sobre todo en épocas preelectorales, porque todo mandatario aspira, bien a la reelección, bien a la continuación de su grupo.
Algo muy preocupante deben estar sintiendo los del eje Timo-Santos, porque sin el menor rubor el presidente se compromete en la más descarada trapisonda para subvertir, una vez más, el orden constitucional, con el propósito de regalar otras 16 curules a las Farc, ya negadas por el congreso.
Ahora bien, a medida que perciben, gracias a sus confiables fuentes, el avance de los precandidatos ajenos al contubernio, están apelando a todos los subterfugios, porque mejor que nadie saben que el candidato ideal para ellos, De la Calle, en vez de despegar, retrocede hasta niveles ínfimos.
Esta verificación está favoreciendo a Fajardo, porque ¿cómo es posible que ese personajillo lidere la intención de voto, a menos que se le esté inflando con encuestas ad hoc?
En su tierra lo conocemos bien porque ha sido uno de los peores alcaldes de Medellín, y como gobernador no lo hizo mejor.
La empresa de comunicaciones Orbitel (25% Sarmiento Angulo; 25% Santo Domingo; 50% EPM) estaba completamente quebrada, ya no valía prácticamente nada. El alcalde Fajardo compró las acciones de Sarmiento y Santo Domingo por US $85 millones de rabioso contado. La grandísima e inevitable pérdida fue para EPM; pero con ese garrafal error gerencial, Fajardo se aseguró el reconocimiento perpetuo de los dos grandes cacaos, propietarios de El Tiempo y El Espectador. Como si esto fuera poco, los gastos de publicidad en ese cuatrienio alcanzaron algo así como $190.000 millones, repitiendo despilfarro similar como gobernador. Esas larguezas con los medios lo han convertido en su consentido.
Lea sobre la candidatura de Sergio Fajardo
Hace como doce años dejó de ser un simple docente de matemáticas para convertirse en exitoso manzanillo, aunque su único discurso siempre es contra la “clase política”… Sus publicitadas carantoñas y visajes no suplen sus notorias carencias en ciencia política, derecho constitucional, filosofía, economía y administración pública. Pésimo escritor, tampoco es orador ni expositor, y nadie recuerda de él frase ingeniosa, afirmación rotunda, idea original ni iniciativa importante.
Pero todo se le perdonaría si no fuese llamado a sustituir a Humberto de la Calle en los designios del funesto eje castrochavista. Pertenece a un partido “verde”, afiliado al foro de Sao Paulo, que por lo tanto jamás ha censurado la minería ilegal ni la deforestación para los cultivos ilícitos. En consecuencia, Fajardo, que afirma que ya no existen derecha ni izquierda, jamás ha dicho nada sobre el tal acuerdo final ni contra el golpe de Estado permanente con el que se viene implementando. Tampoco ha opinado sobre la JEP o los crímenes de lesa humanidad cometidos contra los niños y las mujeres reclutadas por las Farc.
Este vástago de una riquísima familia de constructores, que anda asociado con una senadora desequilibrada y con un anacrónico náufrago del maoísmo, está siendo propulsado como carta supletoria del anciano jefe entregador en La Habana. Más peligroso entonces, desde el punto de vista electoral, por su opacidad e ignorancia, que revolucionarios sin tapujos como Petro, o títeres como De la Calle. En realidad, Fajardo no alcanza a marxista, porque simplemente es un ambicioso idiota útil, el compañero de ruta perfecto para encabezar el “gobierno de transición” de cuyos hilos tirará Timochenko.
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“Una de las perversiones de la cultura de lo políticamente correcto es vender la reescritura de la historia de manera angelical, pero no, en el fondo, con el fin de mejorar gracias a los nuevos conocimientos lo asentado desde tiempo atrás, sino con el de borrar, esto es, manipular, lo que no nos sea conveniente (…), así que, estigmatizamos o ensalzamos nuestros personajes preferidos o denostados, y lo mismo podemos hacer con acontecimientos, sucesos, instituciones, o lo que se nos ponga por delante de aquello que fue (y que para desgracia de muchos no se puede cambiar) y que se llama el pasado. La historia, los hechos históricos fueron, son absolutos”. Alfredo Alvar Ezquerra, investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas (Csic), de Madrid.
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¡Y pensar que algunos despistados empresarios vallunos suscriben carta de apoyo a su solapado paisano, el padre De Roux, para augurarle positiva labor en la “comisión de la verdad”!