La clave parece estar en fortalecer ciertas competencias que potencien otras.
Por Luz Yesenia Moscoso*
Según una de las últimas publicaciones de la Ocde (Revisión de políticas nacionales de educación / La educación en Colombia, 2016), nuestro país enfrenta hoy dos retos importantes: cerrar las brechas existentes en términos de participación y mejorar la calidad de la educación para todos. Mientras que el primero tiene que ver principalmente con el acceso en condiciones de equidad -lo que no es para nada menor-, el segundo representa un factor determinante en el retiro progresivo, según lo expresa este mismo informe: “Un apoyo deficiente del aprendizaje desde el principio deja a demasiados niños sin unas bases sólidas, por tanto, deben esforzarse al máximo para progresar a un ritmo aceptable”.
Lo anterior, sumado a la percepción de falta de sentido frente a la educación recibida que expresan miles de estudiantes en nuestro país, evidencia lo que ya todos sabemos y que numerosas investigaciones corroboran: la educación se quedó anquilosada en el siglo pasado -o incluso el en el antepasado-, mientras el mundo arrastra vertiginosos cambios. Los avances científicos y tecnológicos, las dinámicas sociales, las relaciones culturales que buscan dialogar entre lo local, regional, nacional y global; y las múltiples formas de acceso al conocimiento, son sólo algunos ejemplos de lo que vivimos en esta “era planetaria” -como diría Morin-. Además, Colombia vive un período de transición y cambio que plantea una todavía mayor dificultad para alcanzar una educación que les permita a nuestros niños, niñas y jóvenes desarrollar sus capacidades, valores, actitudes y competencias, una educación que los forme como ciudadanos más solidarios, capaces de sentirse y convivir en paz. En este sentido, lograr una educación para el siglo 21 requiere de cambios de paradigma, de grandes pasos que aceleren innovaciones, de transformaciones y cambios estructurales que permitan acortar la distancia puesta, paradójicamente, en unidades de tiempo.
Como afirmó Fernando Reimers en la pasada Conferencia GEII sobre escalamiento de la educación del siglo 21 en la Universidad de Harvard (The Global Education Innovation Initiative), el problema está en nuestra capacidad de hacer del cambio algo predecible y en poder manejarlo. Con frecuencia escuchamos que debemos formar para profesiones y retos que aún no existen. Sin embargo, proyectarse en el futuro no implica enmarcar la educación en el paradigma determinista. La clave parece estar en fortalecer ciertas competencias que potencien otras como, por ejemplo, desarrollar el pensamiento crítico, la capacidad de resolver problemas y tomar decisiones, promover la creatividad y la innovación, formar para el trabajo colaborativo, la resiliencia, la actitud ética, reflexiva y constructiva; la empatía, la negociación y el liderazgo.
Pensemos por ejemplo en los comics y en varias sagas cinematográficas. Sus personajes ponen en juego este tipo de competencias y la diversidad funciona como caldo de cultivo para la construcción y el trabajo colaborativo. Las diferencias se constituyen, precisamente, en fortalezas para el desarrollo de capacidades. Aunque esta podría parecer una comparación traída de los cabellos o sin fundamento, escueta o coloquial, lo cierto es que cualquier persona que se enfrente a situaciones desafiantes -como lo hacen estos personajes de ficción-, requiere de habilidades que van más allá de la información que circula en las escuelas, libros, redes y en la cultura en general. Requiere de la capacidad de tomar decisiones, de poner en juego un pensamiento lógico, de observar y discernir, de ser y de ser con otros, de tener pensamiento crítico, etc. Es evidente que las situaciones desafiantes nos obligan a ser mejores seres humanos y este debería ser el fin último de la educación…
Entonces, siempre que, cual personaje de La Guerra de las Galaxias, se encuentre con alguien que se enfrenta a sus propios desafíos, no le diga solamente “¡que la fuerza te acompañe!” Dígale por favor: ¡que la educación te acompañe!
*Encargada temática de la Red Latinoamericana por la Educación (Reduca) en la Fundación Empresarios por la Educación, una organización de la sociedad civil que conecta sueños, proyectos, actores y recursos para contribuir al mejoramiento de la calidad educativa.