Obstáculos internos y externos hacen que muchas mujeres que son violentadas al interior de su hogar, abusadas y maltratadas no empiecen el proceso contra su agresor.
¿Por qué no lo denuncia?, ¿Por qué se deja pegar y no hace nada?, ¿Por qué nunca acudió a las autoridades o buscó ayuda antes de que la mataran? son algunas de las preguntas recurrentes que se hace la sociedad sobre la problemática de la violencia contra la mujer, que puede ser física, sexual, verbal, psicológica, económica o patrimonial, y que aunque existe legislación en Colombia para propiciar espacios de protección, continúan en aumento los casos.
Entretanto el Sistema de Vigilancia en Salud Pública de Violencias de Género en el país ha reportado desde enero hasta septiembre de este año 71.466 casos de violencia de género en los que el 78.6% fueron contra las mujeres, además de que cada semana se reportan, en promedio, 1.786 casos de violencia de género. En el año 2016 se presentaron 91.445 casos de violencia física, psicológica y sexual contra niñas y mujeres, mientras que 26.473 casos de violencia de pareja contra las mujeres.
A su vez, también se registraron 14.574 casos de violencia sexual contra niñas y mujeres. 84,8% se registraron en niñas y adolescentes hasta los 19 años, 22 casos de lesiones por agentes químicos en mujeres mayores de 15 años y 95 casos de mujeres víctimas de homicidio por su pareja o expareja. Con este panorama, las instituciones y los gobiernos locales y departamentales han realizado diversas acciones para mejorar la situación en el país.
Así, los obstáculos que se presentan a las mujeres, tanto desde el punto de vista interno como el externo, hacen que en muchas ocasiones pese a sentir amenazadas sus vidas, a estar siendo vulnerados sus derechos y a perder las probabilidades de llevar una vida normal, no logren entablar un proceso de denuncia y por ende, de protección, panorama que en muchos casos puede resultar fatal. Con el fin de dilucidar esta problemática, EL MUNDO consultó a expertas en la materia para ahondar en las razones por las que esto sucede.
El primer planteamiento al respecto es que los motivos por los cuales las mujeres no denuncian son varios, que se pueden conjugar y no siempre es una sola razón, por lo que es indispensable conocerlos en su totalidad
Las emociones
Frente a las preguntas iniciales de este texto, desde la Secretaría de la Mujer de Medellín se hizo un llamado a la sociedad para que no usen este término, que hace tener una idea errónea de por qué la mujer no denuncia. "Hay una razón mal nombrada y es que a las mujeres nos gusta, podemos relacionar esto más con una dependencia emocional y económica que está siempre ligada a sentir y creer que sin él no pueden vivir o creer que él va a cambiar", señaló Juliana Zuluaga Reina, subsecretaria de dicha cartera.
Y es que la dependencia, en ese sentido, no estaría ligada solamente al hecho de quedarse sola o sin sustento económico, en hogares donde todavía el hombre es quien aporta el dinero para el sostenimiento; también tiene que ver con la autoestima. Esto se da "en un momento en que a la mujer el agresor las lleva a creer que sólo él las puede querer porque también les ha dicho que están feas, o gordas, o nadie les va a parar bolas, nadie les va a poner cuidado como él lo ha hecho", explicó la subsecretaria.
En ese sentido, Verónica Martínez, investigadora del informe realizado por la Corporación Vamos Mujer, explicó que en el caso del estudio y para el que se entrevistaron nueve mujeres, funcionarios y funcionarias que atienden estos y se recopilaron cifras con base en la ley 1257 del 2008, se identificaron tres emociones que hacen que las víctimas de violencia sexual no denuncien, como parte de los obstáculos subjetivos.
"Hay unas emociones que experimentan las mujeres víctimas de violencia sexual y que son obstáculos para la denuncia, y en consecuencia, con la activación de las rutas de prevención y protección. Esas emociones son el miedo, a que los agresores les puedan quitar la vida, pueden lastimar a algún familiar, o estos amenazan incluso con suicidarse; la culpa, que está muy relacionada con la pérdida de identidad y con ese desconocimiento de sí misma, porque también han sido tan influenciadas por la sociedad; y la vergüenza, que es ese miedo a la exposición social, a perder su credibilidad y estatus que tenían ante una sociedad que nos revictimiza a las mujeres", reflexionó Martínez.
El miedo, como gran enemigo de estos casos, hace que la mujer pierda el valor de denunciar, ya que "piensan que el riesgo va a aumentar, él va a agredirlas más, se va a poner más molesto y va a cumplir la amenaza de la violencia, porque ellos empiezan a amenazar 'es que si usted hace esto, yo la mato y voy y la pago, no me importa'. En algunos casos las mujeres creen que eso nunca va a suceder, pero en otros casos les da mucho temor denunciar porque entonces él va a cumplir su promesa", agregó Juliana Zuluaga Reina, subsecretaria de la Secretaría de la Mujer de Medellín.
Pero el miedo no sólo en el ya mencionado sentido, también tiene otra explicación. Así lo afirmó Liliana Gallo, psicóloga y docente de la Universidad de Medellín: "Desde la psicología podemos ver que hay una especie de sometimiento por parte de la mujer, porque le temen a quedar solas. De pronto estas parejas han sido provenientes de familias homoparentales (que vienen de ser criadas sólo por su mamá); algunos estudios han demostrado esto, que cuando no tienen esa figura masculina, les da temor de volver a perderla, entonces bajo este temor no hay denuncia".
La institucionalidad
Para Gallo, las campañas para eliminar la violencia contra la mujer deben hablar del valor de la misma, que es la carencia existente. "Que ella se pueda sentir un poco más segura del potencial que ella puede desarrollar por sí sola, que no necesariamente tiene que estar unida a esa figura masculina", sostuvo la psicóloga.
No obstante, los obstáculos que fueron denominados como objetivos en el estudio de Vamos Mujer no sólo registran dicha falencia, sino también el acceso y el presupuesto, que representan imposibilidad de denunciar, en algunos casos.
"La disminución del presupuesto en todos los programas de atención y protección de los derechos de nosotras las mujeres es un obstáculo. Existe muy poco personal en contraste con una alta demanda de las problemáticas de las violencias relacionadas con las mujeres, los profesionales que hay no dan abasto con el tan grande número de mujeres víctimas que hay, tanto en la ciudad como en el departamento de Antioquia", señaló la investigadora, quien agregó que además hay grandes falencias en la capacitación de los funcionarios que atienden este tipo de casos.
Por tanto y teniendo en cuenta la cantidad de casos que se atienden diariamente, la investigadora mostró que se tiene una ardua tarea al respecto. "Muchos (funcionarios) no conocen los procesos que tienen que seguir con la ruta de atención y se genera una lentitud en los trámites que pueden terminar en que una mujer sea asesinada. Se evidencia una falta de compromiso y un desgaste por la puesta laboral. Hay suspensión de los servicios, algunos no los hay las 24 horas o en fin de semana. Hay cambio de personal y cambios de administración (Alcaldías)", resaltó.
Al respecto, la subsecretaria de las Mujeres hizo un llamado a las víctimas de estas violencias para que vuelvan y denuncien, en los casos en los que por algún motivo retiraron la denuncia, no pudieron continuar o hubo alguna situación que las llevara a desistir. Según Zuluaga Reina, decidir denunciar no es nada fácil, pero se puede volver a hacer en cualquier momento, por lo que agregó que "no las vamos a regañar".
Mandatos culturales
Normalizar la violencia contra la mujer con dichos populares, costumbres y hechos es muy común en la sociedad, según coincidieron las expertas, por lo que este representa otro de los obstáculos a la hora de denunciar. "Palabras como su marido es el que manda y es el que tiene la razón, no le tienes que alzar la voz; estas expresiones de tipo cultural son verdaderamente muy marcadas en nuestro medio y vemos que mucho más en ciudades del interior del país", expresó Gallo.
En una parte de este impedimento se juntan lo que dice la sociedad y lo que opinan las familias, puesto que "los mandatos culturales y sociales que tienen que ver en las estructuras familiares, que la llevan a creer que tienen que sostener una relación así y más si existen hijos, Esto lo vemos cuando las mamás, las abuelas, las vecinas dicen no, es que así es, sí él hace eso pero él le trae la comida, pero él responde", señaló la subsecretaria.
Con estas creencias, lo que se logra es avalar la vulneración de los derechos de estas mujeres, que no sienten apoyo de las personas a su alrededor. "Vuelve y se legitiman estas situaciones violentas porque se excusa a los hombres porque cumplen con otras funciones, ellas se vuelven vulnerables y dependientes, entonces como lo que llamábamos antes: hay que aguantarse. De pronto en su círculo parece que eso es así", remató Zuluaga.