El presidente Juan Manuel Santos no sólo genera una profunda resistencia entre los ciudadanos sino que se ha convertido en el “Anti Rey Midas”.
Si bien las últimas encuestas serias que se han conocido en Colombia, ubican al presidente Juan Manuel Santos en cifras de aprobación cercanas a un dígito, pocos saben explicar ¿Por qué el primer presidente Nobel de la Paz que tiene el país y quien hace realidad el desarme de la insurgencia armada más antigua de América Latina, genera tanta resistencia entre sus gobernados?
Al profundizar en los más recientes resultados del tracking diario de la compañía Yanhaas y cruzarlo con otros medios de recolección de la opinión ciudadana, corrobora uno que el presidente Juan Manuel Santos no sólo genera una profunda resistencia entre los ciudadanos sino que se ha convertido en el “Anti Rey Midas” que matiza de desaprobación todo aquello que toca y para la muestra muchos botones en la misma encuesta y las anteriores: al “gobiernizar” el proceso de Paz, Santos ya volvió poco creíble hablar de dicha palabra en Colombia; el Presidente ha generado descrédito en todo su equipo de gobierno, al cual los colombianos rajan completamente en gestión, cuando uno debe reconocer que hay jefes de cartera que son brillantes profesionales e incluso les va bien, pero los cobija esa nube negra de desaprobación presidencial y sus notas, por ende, son bajas.
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Juan Manuel Santos es una figura pública, políticamente correcta, no es un presidente hipermediático, de escándalos o populismos exacerbados, quien ha cometido aciertos y errores con varias de sus decisiones y quizá ha pasado en la Casa de Nariño un período más largo que varios de sus antecesores, lo cual genera un inevitable desgaste, adicional a la rivalidad con su mentor presidencial, Álvaro Uribe Vélez.
¿Cuáles fueron los más graves errores cometidos por Juan Manuel Santos en la comunicación de su gobierno para que el nivel de su aprobación, a 12 meses de concluir su período, pueda llegar a niveles históricos por lo bajo?
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Durante Santos I (los primeros 4 años) fueron las vías 4G y las viviendas gratuitas los dos principales filones de la gestión en su primer plan de desarrollo. Se invirtieron millones en vallas, comerciales de radio y TV; pero se descuidaron las redes sociales y era evidente que el país quedó con la sensación de un “cambiazo” cuando Santos rompe relaciones con Uribe y el uribismo, dos gigantes rocas en su camino que hicieron más compleja su relación con los ciudadanos. En Santos I, las Farc empezaron a negociar la paz y dilataron dos períodos este proceso con base en argumentos de miedo, los mismos que sirvieron a Santos I para hacerse reelegir.
Llega Santos II y la gente anhela masivamente una salida negociada al conflicto, así mismo la mayoría cree y confía en el equipo negociador con las Farc, incluso aumenta la aprobación de dicha guerrilla; pero nada de eso ni muchos menos las obras de cemento o la entrega de miles de viviendas, impactan de manera contundente en la imagen del Presidente y en esa necesaria conexión con los gobernados que genera solidez y capacidad de maniobra para la toma de decisiones y más en coyunturas históricas como la que ha debido liderar Santos.
En resumen: creo que el Presidente Juan Manuel Santos nunca tuvo una identidad definida en el relato de su gobierno. No fue capaz de enamorar a la opinión pública colombiana con un modelo memorable de acción y liderazgo que pudiera asociarse con un concepto concreto, antes bien, trató de generar cientos de imágenes en un verdadero “vómito de marca-gobierno” donde no hubo prioridades en la historia emocional que definía a este gobernante cuyo tiempo en materia de comunicar ya se le terminó. Suele pasarle a ciertos líderes que piensan que solo los resultados de su gestión son importantes y no la definición de una marca poder que los acerque a los ciudadanos, les permita aumentar su gobernabilidad y poderse quedar en el corazón-decisión de sus gobernados por uno o dos temas que se van a memorizar y asociar con ese proyecto político y su paso por el poder.