El Pequeño Teatro de Medellín tuvo en temporada su montaje de Macbeth (obra original de William Shakespeare), hasta hace unos días. El crítico Benhur Carmona fue a verla y comparte esta revisión teatral con nuestros lectores.
Benhur Carmona
Dramaturgo
Miembro de Latino Play wrights New York City
(Especial para PALABRA&OBRA)
Macbeth, puesta en escena cortesía de Pequeño Teatro con la dirección de Albeiro Pérez, expone el juego trágico de la médula de nuestra existencia de un Macbeth y nosotros, meditando sobre valores existenciales, no morales, buscando el medio de inquietar el sentimiento de nuestro ser espectador/lector.
“El bien es mal y el mal es bien”, manifiestan con vehemencia Jeannette Parada, Manuela Muñoz, Catalina Murillo las actrices del grupo que interpretan a las brujas.
El genio dramático de Shakespeare se evidencia notable desde el principio en la puesta en escena de Pequeño Teatro. La primera escena de Macbeth golpea la nota fundamental de Macbeth, posee la música original del maestro Gustavo Yepes.
LEA también: Sergio Restrepo no se fue del Centro y tiene nuevo proyecto
Las palabras con las cuales desde el principio aparecen las brujas no son más que una confesión de su credo y más allá. Todo lo que es bueno, "justo", para los demás es malo, "malo", para ellas, y viceversa. Esto se aplica tanto al mundo físico como al moral. Se deleitan en la "niebla y el aire sucio", y en toda clase de perversidades, desde matar cerdos hasta atrapar almas humanas.
Como diría Roland Barthes, en el teatro la forma es esencialmente responsable del sentido. Es fascinante constatar que Macbeth a la luz de Pequeño Teatro despliega episodios dramáticos de una fuerza y una vida admirable, a veces cómica, a veces tierna, a veces vengativa, a veces maliciosa, su puesta en escena seduce en todo momento por su humanidad auténtica, sin caer en la impostura de los buenos sentimientos o todo lo contrario.
Como Macbeth y Lady Macbeth, Andrés Moure y Omaira Rodríguez, actores que irradian carisma, tal vez más carisma de lo que puede ser absorbido por completo en el tejido de una noche de teatro.... Omaira Rodríguez es capaz de transmitir abismos emocionales con su presencia sobre el escenario sin decir una palabra, mientras que Andrés Moure es notable con la introvertida vulnerabilidad de Macbeth y su auto-cuestionamiento.
Camilo Saldarriaga es un vigilante, sabe de la preeminencia de lo cerrado frente a lo abierto cuando está cerca de Macbeth, manifestándose no sólo impasible y desconfiado, mientras que con ironía y recelo, impide sus excesos, reprime sus explosiones.
Eduardo Cárdenas es Duncan, el rey, la víctima de sacrificio que sonriente preside la nación, quien a veces se ve enfocada en una corte pagana y en una vasta cancillería.
Carlos Arango es Macduff, contundente actuación que no sólo no admite discusión sino que a nadie le deja lugar a dudas de su existencia o verdad.
La puesta en escena a la luz de Pequeño Teatro irradia una perspectiva profunda de la codicia, mostrando distintos lados de la ambición, también deja ver el sentido del humor como una cortesía del desespero -no tanto de risas epigramáticas que alegran la vida, sino más bien sentimos del Portero (Héctor Franco)- en Macbeth esas risas viscerales que nos estremecen, gracias a la voluptuosa actuación de Héctor Franco, buscando los placeres que proporcionan nuestros sentidos.
LEA también: El proyecto editorial que recupera la obra de René Uribe Ferrer
Macbeth es relevante hoy porque sigue siendo relevante para el público actual, en parte porque la naturaleza humana no ha cambiado tanto desde los tiempos isabelinos. Los temas de la obra todavía nos conciernen, la culpa, la vergüenza, la jerarquía, la ansiedad, la paranoia, el trauma, la angustia, la enfermedad mental, la vulnerabilidad psicológica, los celos, la envidia, la inferioridad, la manipulación, la psicosis, la avaricia y el asesinato.
El bien es mal y el mal es bien.