¿Qué es lo que nos hace creer que nuestros hijos son suficientemente cuidadosos para echar pólvora?, ¿qué clase de tonta vanidad es esa?
¿Quién fue el que inventó la pólvora? Dicen que fue un chino. Hace miles de años. Pero no la inventó para que jugaran los niños en la Navidad, la inventó para hacer la guerra. A la guerra todos le tenemos terror y a la pólvora no.
Sin embargo, la guerra se hace con pólvora.
Dios dizque inventó el infierno. Para castigar a los malos. A todos nos da miedo el infierno. Hasta los que no creen en él, cuando se ven en la última, se confiesan por si acaso. Simbolizamos el horror del infierno con las llamas. Llamas que abrasan y no consumen, ese es el suplicio de los condenados.
Sin embargo cada año, nos empeñamos en hacer un infiernito casero para los niños. Llega diciembre, apartamos una buena suma de dinero para comprar pólvora con que hacer el infiernito diario en el que no sabemos si alguno de nuestros hijos arderá.
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¿Qué es lo que nos hace creer que nuestros hijos son suficientemente cuidadosos para echar pólvora?, ¿qué clase de tonta vanidad es esa?
Todos los años vemos niñitos que entregan la piel, los dedos, los ojos y hasta la vida en homenaje a la pólvora, como en los ritos de antiguos pueblos salvajes que tanto nos escandalizan.
Y nos atrevemos a llamar NOCHEBUENA, la noche en que es probable que salgamos con el niño para la clínica a pasar meses de sufrimientos físicos y morales. A someterlo al baño de agua caliente con sal hasta veinte veces, para pelarlo para que no le queden cicatrices. O a practicarle una sucesión de operaciones plásticas que le dejen el cuerpito remendado.
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¿Y por qué cuando los niños juegan con tijeras o cogen cuchillos, corremos a quitárselos, pero les ponemos en las manos un peligro mayor, que arde?
Me argumentan que con tantos cuidados, entonces no se puede hacer nada en la vida, porque en todo hay peligro. De acuerdo, son peligrosos avión, auto, barco, cicla, moto, pero son un medio para lograr un fin. Hay peligro en el agua pero se puede aprender a nadar. Hay juegos peligrosos que se pueden aprender a jugar. Algunos pocos habrán aprendido a echar pólvora, pero con clases o instrucciones especiales.
Pero nosotros no sabemos manejarla y se la damos a nuestros hijos como diversión. Entonces ¿por qué no se nos ocurre darles un carro, un revólver? Son armas igualmente peligrosas.
Habrá pólvora segura, echada por manos hábiles de adultos especializados, preciosa para mirarla, como sucede con los Juegos Pirotécnicos, pero no para jugar Navidad entre los niños.
No sé de ninguna otra parte del mundo donde se use la pólvora como lo hacemos nosotros. Qué tonta la pretensión los colombianos, qué infeliz nuestra idea de celebrar juegos pirotécnicos en el jardín de nuestra casa a costa de nuestros propios hijos. Qué extraño placer.
La suma de dinero que se utiliza en la costosa pólvora bien podría utilizarse para darles a los niños algún objeto que han pedido durante todo el año. O si ya tienen todo, entonces donar ese dinero precisamente para el pabellón de quemados de un hospital infantil... ¿Han estado ustedes allí? ¡Vayan!
Si el gobierno no se resuelve a prohibir del todo la pólvora para no quitar a los polvoreros su medio de subsistencia, si es que éstos no pueden conseguir un oficio más seguro, pensando en sus propias vidas, que prohíban al menos la venta de pólvora a particulares así como dicen lograron prohibir la venta de “totes”.
Que se reserven los municipios la compra de pólvora para hacer fuegos de artificio con ocasión de la Navidad, el Año Nuevo u otra ocasión especial, esto en un lugar abierto como un Estadio y por manos de personas verdaderamente entrenadas.