Jóvita González, artesana tule kuna, lidera una cruzada por mantener viva la tradición de las molas en Necoclí, Urabá antioqueño. Ella es una de las artesanas del departamento que representan la cultura ancestral en la Feria Expoartesano 2018, la cual estará disponible al público hasta este 8 de julio.
Ella es una mujer luchadora; se describe “incansable” cuando al trabajar por su comunidad se trata. Lleva a cuestas una lucha personal, la de sobrevivir con su comunidad en uno de los territorios más golpeados por la violencia, el resguardo Caimán Nuevo, a unos a veinte minutos del casco urbano de Necoclí (Antioquia). Pertenece al pueblo tule kuna y su nombre es Jóvita González.
Creó la Asociación de Mujeres Artesanas Indígenas y en ella lidera a un grupo de 300 mujeres, aproximadamente, quienes con sus creaciones buscan preservar su patrimonio cultural.
Las mujeres kuna asociadas en la empresa artesanal que lidera Jóvita elaboran un promedio de 60 molas al mes, según esta indígena, y sus edades oscilan entre los 15 y los 38 años.
Este arte lo combinan con el cuidado de sus sembradíos de plátano, pues está entre los indígenas aún el afán por aprovechar al máximo la tierra, y esta región bananera tiene en ellos unos “excelentes” cultivadores. González pasa largas horas al día bajo el ardiente sol urabeño atendiendo sus cultivos, pues aseguró que sigue siendo el principal sustento de la comunidad, y al llegar la tarde dedica tiempo a explotar su potencial creativo con las molas, ya que “nos han permitido mejorar la calidad de vida del resguardo y extendemos nuestro legado cultural”, dijo.
Ella muestra con orgullo las molas, sus molas, las de su comunidad, las mismas que las abuelas tule kunas enseñan a hacer a cada niñas indígena de este resguardo.
“A los 7 años las abuelas le enseñan a sus nietas para que la tradición no se pierda, a mí me enseñó mi abuela y yo todavía no le he podido enseñar a mi nieta porque está muy pequeña”, contó.
Se pueden ver flores, coloridas, frondosas, de diferentes especies y en varios formatos; animales voladores, rastreros o pequeños insectos que las indígenas tule saben adornar con colores vivos; además de complejas figuras geométricas y laberintos que muestran una “salida espiritual ante grandes encrucijadas”.
Esas molas son las que adornan los vistosos trajes de las indígenas kunas. Ubicados en el torso dan muestra de un “adorno ancestral”. Ella explicó que significan “historia” en su comunidad y su ubicación en esta parte del vestuario refiere el pensamiento cosmogónico, “una visión gráfica del mundo”, explicó.
Este milenario arte textil consta de una superposición de telas en la cual se cosen recortes de las mismas formando diseños figurativos y abstractos.
Y es que pareciera que las molas y sus colores representan el significado antropomorfo y zoomorfo de esta cultura indígena.
Además, las molas que adhieren a sus atuendos son tradicionalmente concebidas para “proteger el cuerpo de malos espíritus”, dijo ella.
Continuando con la tradición de las abuelas tule kunas, Jóvita González detalló que esta comunidad elabora sus vestidos completamente a mano con telas que compran en Panamá, y debe ser así porque infortunadamente “en Necoclí ya no conseguimos la tela para las molas”, contó.
En Necoclí la venta de artesanías se ha convertido en una significativa fuente de ingresos para las indígenas kunas.
Foto: Estefanía Posso Soto
Y es precisamente en Panamá donde están los mayores asentamientos de esta etnia, le siguen Necoclí, el pueblo de la indígena de esta historia, y luego Apartadó y Turbo.
Pero, ¿cuáles telas utilizan en sus molas? A esta pregunta la artesana tule kuna respondió: “Utilizamos popelina, algodón, lino, gabardina y dacrón”.
Los hilos resaltan en las molas los bordes de las imágenes. Utilizados de color diferente al del diseño destacan expresivamente algunas partes del dibujo, “y todo es bordado a mano”, resaltó.
“La principal inspiración es la tierra”, declaró ella en relación a los colores de las mismas.
Estas molas requieren para su creación agujas fabricadas en Panamá.
“Nosotros sólo las vendemos acá, en Colombia”, aclaró ella en relación a su comercialización, y continuó: “Los precios dependen del tamaño y del diseño. Hay molas que son más trabajadas, que son simbólicas, eso las hace más costosas, de $80.000. Pero tenemos pequeñas de $10.000”.
Este producto artesanal es vendido después de recorrer varios kilómetros a través de ríos y recorriendo entre platanales cubiertos de hojarasca. Los comercializan primero en la carretera, Panamericana, y las que no logran ser vendidas las envían rumbo Necoclí, y de ahí para cualquier otro destino del país.
Sus molas las usan también en la confección de bolsos, tulas, riñoneras, cojines o pañoletas.
Y hacen también manillas, aretes, apliques y hasta “juegos para niños”, se tratan de unos peluches muy artesanales rellenos de tela y con diseños de animales.
Las Parumas, las faldas que utilizan las mujeres kunas también son confeccionadas por ellas mismas, y a su vez constituyen otra fuente de ingresos para la comunidad.
"Cada día es el momento de trabajar por mostrar nuestra cultura. Sabemos que tenemos los hilos de la tradición ancestral y la responsabilidad de no dejarlo morir", finalizó Jóvita González, la artesana que llegó a Medellín, proveniente de Necoclí, para seguir trabajando por no "dejar perder la tradición de molas tule kuna”.
Confeccionar las molas les ha traído a las indígenas kuna el reconocimiento y autonomía necesarios dentro de su resguardo para tener la posibilidad de aportar recursos para el sostenimiento de las familias. Y ello es importante dentro de su comunidad partiendo del hecho de que la provisión de los alimentos tradicionalmente había recaído sobre los hombres, además que no se puede desconocer que esta es una sociedad tradicionalmente marcada por los roles de género.