¡Frente republicano o catástrofe!

Autor: José Alvear Sanín
25 enero de 2017 - 12:00 AM

Bajo Santos el gobierno de transición avanza con pasmosa celeridad. 

Bajo Santos el gobierno de transición avanza con pasmosa celeridad. Después de robarse el plebiscito, hecho tan reprobable como el desconocimiento de la Asamblea Nacional por Maduro, el presidente, previa aprobación del nuevo órgano supremo del Estado (el Csivi), manda al supino congreso el texto inmodificable de la justicia especial de paz, que será aprobado en menos de una semana. A continuación instala, so capa de moralización, una “comisión de reforma electoral”, presidida por una señora rábula, para que en dos meses establezca otro texto truculento e inmodificable, que asegure el triunfo del eje Timo-Santos en las próximas elecciones, que, presumiblemente, serán también con voto electrónico…
Reto a todos los juristas del mundo para que, en clave democrática, expliquen el prolijo galimatías de la JEP, híbrido entre Comité de Salut Public, Checa y KGB. Al contrario, en clave totalitaria sí se entiende el intrincado texto que se dicta para organizar la “justicia ideológica” en Colombia. No olvidemos el “Jugez avec haine”, de Maurice Thorez.
De las elecciones de 2018 depende el paso del gobierno de transición al pleno imperio del partido comunista, mediante la elección de un mascarón de proa como presidente. El mejor títere para Raúl y Timo es, desde luego, el confiable De la Calle, pero si llega Petro da lo mismo.
Sin embargo, a pesar del poder de las maquinarias, llevar a la Presidencia a uno de estos rufianes es difícil. Por eso empieza a hacer carrera la idea de prorrogar por dos años el Congreso y la Presidencia, de manera tan democrática como cualquiera de los tres recientes golpes de Estado; ¡al fin y al cabo ya no hay más Constitución que las 310 páginas, con el Congreso emasculado, el fast track y las cortes arrodilladas!
La segunda vuelta para elección presidencial es aceptable cuando se enfrentan dos candidatos demócratas; pero es muy inquietante cuando el electorado se divide entre siete o más aspirantes. En esas condiciones, los dos primeros pueden ser los que sacan el 18 % y el 16 %, digamos.  Pero cuando hay uno, por ejemplo, con 40 % y el resto se lo reparten seis o siete personajes, en la segunda vuelta se puede dar una coalición de todos los minoritarios contra el que representa más votos populares.  Recordemos lo que pasó aquí con Santos, aliado con Petro y Clara López, en la segunda vuelta.
Por tanto, es urgente asegurar que se presente un candidato democrático único, de tal manera que alcance la mitad más uno de los votos en la primera vuelta, porque la segunda puede favorecer a cualquier individuo comprometido con La Habana.
Los actuales escarceos entre tres precandidatos del CD solo pueden conducir al debilitamiento de las fuerzas democráticas, dispersas además, porque entre los seguidores del doctor Pastrana, los conservadores auténticos, también afloran ambiciones tan legítimas como inconvenientes en la actual coyuntura. 
El CD puede encabezar la primera vuelta, pero arriesga demasiado en la segunda. En cambio, un candidato conjunto de los doctores Uribe Vélez y Pastrana Arango podría, probablemente, alcanzar el triunfo en la primera vuelta. 
Ante los riesgos de la definitiva desaparición de la democracia en Colombia, se impone seguir una orientación clarísima, dada por ambos expresidentes, de manera que pasen a muy secundario plano las ambiciones legítimas de personajes tan meritorios como Zuluaga, Trujillo, Duque y Marta Lucía. Llegado el momento preciso, Pastrana y Uribe deben señalar al candidato del frente republicano que requiere el país. 
La disyuntiva es: Frente republicano o catástrofe, a menos que por ceguera culpable nos precipitemos en algo peor que lo de Venezuela, cuando al actual caos institucional se sume el acuerdo final con el ELN, cuando Juan Camilo entregue lo poquito que quedó después de Humberto.  (Incidentalmente, ¿cuánto sacó De la Calle de La Habana y cuánto sacará Restrepo de Quito?)
En circunstancias históricas mucho menos graves, Laureano Gómez y la Dirección Liberal llevaron a Alberto Lleras a la presidencia. Cuatro años más tarde, Mariano Ospina Pérez y Carlos Lleras Restrepo escogieron a Guillermo León Valencia. Ahora debemos dejar en los dos ilustres expresidentes la decisión suprema, con el fin de ganar la presidencia en la última oportunidad, porque si en 2018 o en 2020 se consolida la dictadura totalitaria, el país ya no podrá salir del abismo en varias décadas.
***
“Si dejáis perder  estos momentos de efervescencia y calor, si dejáis escapar esta ocasión única y feliz, antes de doce horas seréis tratados como sediciosos; ved los grillos, los calabozos y las cadenas que os esperan”.

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