La formación docente no tiene una dirección o un sentido desde lo teleológico: no existe un deber-ser único o ideal de cómo ser maestro…
Olga Lucía Riveros Gaona*
El maestro y su formación dependen esencialmente de la perspectiva pedagógica desde el cual se asuma su labor; de la importancia que ésta tenga en los programas de formación, como el caso de las normales y facultades de educación; y de la claridad que asuman las personas dedicadas a este oficio sobre las opciones y la construcción de su forma de vida.
La “formación” docente no debería estar centrada en requerimientos de orden externo que pretenden darle a un conjunto de personas la “forma” de maestros; sino relacionarse con las distintas maneras de construcción individual y personal. La formación docente no tiene una dirección o un sentido desde lo teleológico: no existe un deber-ser único o ideal de cómo ser maestro, no hay un manual para ello, existen diversas maneras y formas de serlo, que se inventan y reinventan de acuerdo con el momento histórico, el contexto y las particularidades individuales de cada maestro o profesor.
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De otro lado, pensar en la formación del maestro implica pensar en la función de escuela y la enseñanza en el momento de hoy: ¿qué significa la institución escolar hoy?, ¿dónde están sus fronteras?, ¿para qué le sirve a estudiantes y a maestros? y, por supuesto, ¿cómo debe ser entonces la formación de maestros en el mundo actual?
La formación de maestros nos conduce, además, a preguntarnos por los niños y los jóvenes con quienes ellos interactúan. Esto requiere conocer y diferenciar al niño y al joven de hoy en sus profundas y novedosas dinámicas de vida, conocer sus modos de comunicación y sus posibilidades de interrelación: los niños y los jóvenes hoy no se encuentran restringidos a los muros que contienen la escuela y limitan al maestro tradicional.
Los niños y jóvenes de hoy desarrollan prácticas experienciales de orden individual y grupal en las que se reconocen y reconstruyen el cuerpo y el espíritu a la vez, prácticas en las que el dualismo, en otros tiempos tan determinante en las maneras de ser y de actuar, se desdibuja, y en las que lo plural es una alternativa a lo individual. Los niños y los jóvenes de hoy viven situaciones y momentos muy diferentes en la historia, tienen otras formas de constituir su ética y diferentes formas de relación, de juego, de mirar y percibir. Participan en una cultura signada por la sucesión y repetición de imágenes y por el cambio en la concepción y comprensión de tiempos y de espacios, atravesados por la velocidad. Llegan a la escuela cargados de saberes y de experiencias, pero también de muchas no - experiencias…
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Este es el panorama con el que se encuentran los maestros en las escuelas, con referencia a los niños y los jóvenes; y, también, otro es el panorama cuando en medio de su cotidianidad reflexionan sobre sí mismos, sobre su importancia y relevancia en el contexto de la relación contemporánea entre el dúo enseñanza–aprendizaje.
Estas son solamente algunas reflexiones que sobre la formación y formación de maestros. Dejo abierto el debate para que podamos todos los interesados en la educación y la pedagogía discutir sobre el papel de la formación y del maestro en el mundo contemporáneo. Tal como plantearon Alberto Martínez y Pilar Unda en su tesis al respecto, “hoy se requiere replantear a fondo la formación del maestro para que ésta no continúe obedeciendo básicamente a definiciones externas a los problemas que le plantea la práctica pedagógica”.
*Maestra y asesora en la Fundación Empresarios por la Educación, una organización de la sociedad civil que conecta sueños, proyectos, actores y recursos para contribuir al mejoramiento de la calidad educativa.