Trascendió, hace algún tiempo, que el Sumo Pontífice había afirmado que no se podía dejar “FRACASAR” el llamado “Proceso de conversaciones” con la Farc.
Trascendió, hace algún tiempo, que el Sumo Pontífice había afirmado que no se podía dejar “FRACASAR” el llamado “Proceso de conversaciones” con la Farc.
Si se entiende que FRACASO es: “Resultado adverso de una cosa que se esperaba sucediese bien”, y que lo contrario es ÉXITO o TRIUNFO, surgen demasiadas inquietudes porque el Sumo Pontífice no definió claramente en qué consistía el FRACASO.
Ante las actitudes triunfalistas del Gobierno y de la Farc, cabe preguntar, por ejemplo: El desacato a la voluntad popular del plebiscito del 2 de octubre ¿es entonces un ÉXITO?
Y en ese orden de ideas. ¿Es el Fast track otro ÉXITO? La manifiesta impunidad aprobada a “pupitrazo” limpio en un Congreso enmermelado ¿es también otro ÉXITO?
Presentándolas de otra forma podría preguntarse ¿Si no se desinstitucionaliza al País, se FRACASA?
¿Fracasaría entonces el proceso, si se exige que devuelvan a los secuestrados?
Si se exige el castigo por los delitos atroces, ¿FRACASA el proceso?
Y así por el estilo.
Es que la actitud del Gobierno con un Presidente que continuamente anuncia el fin de la guerra (¿Cuál?), y un jefe guerrillero insolente y soberbio con un Alto Comisionado para la Paz, que llega a afirmar que los territorios antioqueños que ocupará la Farc son vedados para el Gobierno Departamental legítimo, hace pensar que gracias a la actitud del mismo Presidente y sus Ministros, los Magistrados, los Jueces y parlamentarios que en su gran mayoría abjuraron y prevaricaron, llevaron a la pérdida de una verdadera democracia.
A propósito del Departamento de Antioquia es fácil ver la posición estratégica que les concedieron para controlar la salida a Urabá. Además, se perdió el norte de Antioquia. Vaya, vaya con los militares que, aparentemente, también abjuraron propiciando tales entregas.
Los negociadores permanentemente, según su conveniencia, cambiaban el concepto de guerra a conflicto. Fue tal la propaganda tanto del Gobierno como de la Farc, que en el exterior llegaron a considerar que había en Colombia una verdadera Guerra Civil, cuando lo que hay es el eterno conflicto entre el bien y el mal, lo que trae a la memoria, acerca de la “tal” resolución dialogando de conflictos, el caso de Luzbel, con el que nunca, es claro, se entrará en negociaciones.
Los conflictos los habrá siempre en una sociedad legítimamente constituida que tiene que vérselas con una delincuencia atroz y contumaz.
En esta época de balances y propósitos vienen a la memoria de los cristianos, algunas de las siete palabras que se le atribuyen a Jesucristo en la Cruz. Vale la pena detenerse en dos de estas.
La primera palabra dice: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”, de donde es razonable inferir que en el caso colombiano, no será posible perdonar al señor Presidente, a sus Ministros, sus negociadores, los Jueces y Magistrados, y los Parlamentarios, que, en su gran mayoría, al ignorar su juramento y sus compromisos, SI SABÍAN LO QUE HACÍAN.
Por su parte la sexta palabra. “Consummatum est”, “Todo está cumplido”, parece reflejar la actitud triunfadora y soberbia de los negociadores, el Gobierno y la Farc, que seguramente seguirán insistiendo en demandas inaceptables como la liberación de Trinidad, lo cual está muy lejos de la realidad porque, como están las cosas, además de los conflictos que aún subsisten, surgirán muchos más conflictos, y peores, que confrontarán con un Estado no solo débil sino que está en contubernio con la Farc.
Queda la esperanza de que resurja la democracia y que se presente un cambio de gobierno, aunque con las facultades habilitantes que se le dan al Presidente, no sería extraño que no haya más elecciones. Los ejemplos abundan en el vecindario.