Los empresarios colombianos no consiguen entender que es imposible mantener una economía sana y productiva en un país social e institucionalmente enfermo. Y que ellos son altamente responsables
El Consejo Gremial Nacional, CGN, que asocia a todos los gremios económicos y empresariales de Colombia, presentó el pasado 30 de noviembre la Agenda Empresarial 2018-2022.
Desconcierta el sesgo del documento hacia el beneficio exclusivo del sector empresarial, omitiendo la necesidad de un desarrollo equilibrado de toda la sociedad, y, sobre todo, la enorme responsabilidad que en esa materia les cabe a empresas y empresarios.
Colombia está comprometida con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que se resumen en: i) Crecimiento económico. ii) Reducción de la pobreza y de la inequidad. iii) Crecimiento empresarial. iv) Sostenibilidad ambiental. v) Paz, justicia, instituciones sólidas, control de la corrupción. Las propuestas del CGN para conseguirlos no son completas ni coherentes. Veamos algunas de ellas.
Según el documento, Colombia crece en inversión, pero no en productividad. El crecimiento de nuestra productividad en los últimos veinticinco años ha sido prácticamente nulo. El documento responsabiliza de ello al Estado, pero desconoce que también depende de la capacidad y de la visión gerenciales.
Vea también: ¿Un presupuesto para el posconflicto? no parece
En materia tributaria, el CGN propone: Reducir los impuestos a las empresas, y ampliar la base de personas naturales obligadas a pagar impuestos, bajando el tope de los salarios exentos de 4,1 a 2,5 s.m.m.l.v. y gravando las pensiones. Al pedir ventajas para la empresa, los empresarios propongan, sin pudor, cargar más a los más débiles.
Propuestas del CGN para el mercado laboral: Fortalecer la tercerización laboral; ampliar la brecha entre el salario medio y el salario mínimo, pero no aumentando el salario medio, sino controlando (¿más?) el crecimiento del salario mínimo. Otra vez proponen que se otorguen beneficios a las empresas con demérito de los trabajadores.
Es notoria la ausencia de propuestas orientadas a la reducción de la inequidad mediante el mejoramiento en las condiciones de calidad de vida.
Propuestas del CGN para el sistema pensional: Establecer aumentos sistemáticos de la edad de jubilación cada cinco años; liquidar la pensión sobre el promedio de salario de la vida laboral y no sobre el promedio de los últimos diez años; reducir la pensión del cónyuge sobreviviente. He aquí otra visión sesgada. Desconocen que las pensiones en Colombia están duramente castigadas en su poder adquisitivo.
Propuestas del CGN sobre educación: Identificar las necesidades prioritarias en áreas formativas; capacitar a los profesores; fortalecer la formación en finanzas, bilingüismo y tecnologías de información. Estas propuestas son razonables, pues generarían beneficios reales para el país. Pero llama la atención que los empresarios no clamen por fortalecer la formación en valores, especialmente la responsabilidad y la honradez, que redundarían también en beneficio de la productividad y del crecimiento del país. Tampoco se propone fortalecer la educación cívica, para cuidar la estabilidad de las instituciones públicas.
Desconcierta que el documento apenas enuncia la necesidad de consolidar la paz, pero no presenta ninguna propuesta concreta para ello, con excepción de que se respeten la propiedad privada y la economía de mercado, las cuales, dicho sea de paso, nunca han sido amenazadas en ese proceso.
También sorprende y desanima que el documento se refiera a la lucha contra la corrupción sin hacer propuestas concretas, distintas a las represivas. Deberían incluir la responsabilidad de los empresarios. Resulta falaz pensar que la deshonestidad solamente ocurre en las instituciones del Estado, puesto que en casi todos los actos de corrupción oficial resulta beneficiado algún agente privado. Además de las actuaciones fraudulentas de empresas privadas en perjuicio de mucha gente inerme e inocente.
Vea sobre la Responsabilidad social empresarial
Los empresarios colombianos no consiguen entender que es imposible mantener una economía sana y productiva, en un país social e institucionalmente enfermo. Y que ellos son altamente responsables en las causas y en las soluciones de esa enfermedad.