Atlético Nacional cerró un semestre que dejó muy poco para rescatar. Los cuestionamientos y críticas abundaron en todos los órdenes, desde la parte directiva, pasando por el cuerpo técnico y la plantilla de jugadores.

Decisiones administrativas que no gustaron entre la afición, la designación del técnico español Juan Manuel Lillo, la cual el hincha reprobó incluso desde antes de conocerse su llegada, y la indolencia y bajo nivel de algunos de los jugadores caracterizaron un semestre para el olvido, el cual deberá servir de enseñanza para reconstruir un equipo que supo alcanzar el pico máximo de rendimiento en 2016, pero en menos de un año la historia cambió radicalmente.

Para Oswaldo Mackenzie, campeón con Atlético Nacional en la temporada 1999 y subcampeón de los torneos Apertura y Finalización de 2004, el equipo no encontró un estilo que le permitiera consolidarse y hacerse fuerte: “En un equipo como Nacional la exigencia es máxima. Cuando salió el profe Rueda (en junio del presente año) se fue una base importante de jugadores y el recambio no fue el mejor, se debilitaron algunas líneas. El equipo no se reforzó debidamente, era una buena oportunidad para comenzar a darle rodaje para la Copa Libertadores, teniendo en cuenta que ya tenía el cupo asegurado, y no se trajeron los jugadores de trayectoria y de calidad como se esperaba”, aseguró el otrora creativo barranquillero, dueño en aquel entonces de una zurda mágica.

“La llegada de Lillo -prosiguió el Nene, como se le conoce- supuso un cambio de estilo, de idea futbolística, que no pudo terminar de plasmarse y por ello llegaron las críticas. No es fácil porque a Nacional lo acompaña un ADN de buen fútbol, una identidad de hace muchos años que es difícil modificarla. El técnico estaba buscando otros métodos, otra idea para lo que él quiere jugar, que a la postre no se pudo afianzar”.

Para Mackenzie, será importante reforzar debidamente la plantilla, conformar un equipo altamente competitivo, que recupere el protagonismo en los certámenes internacionales. “Nacional deberá volver a invertir en jugadores de jerarquía, armarse bien para volver a ser un equipo grande en todo el sentido de la palabra”, aseveró.

Uno de los factores que deberá recuperar es la tranquilidad, luego de un 2017 convulsionado: “Es muy difícil trabajar bien y concentrarse con un ambiente tan hostil, lo digo porque me tocó atravesar situaciones complicadas en mi etapa de futbolistas. Pero lo más importante es que puertas adentro el profe Lillo tiene el respaldo directivo y de los jugadores, algo muy positivo para él”.

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“Faltó más profundidad”
Gabriel Jaime Gómez inició su carrera deportiva en Atlético Nacional por allá en 1977, como un promisorio puntero y la terminó en el club de sus amores como volante de contención, en 1994. Ganó los títulos de 1981, 1991 y 1994, y dirigió al club en dos etapas, con sendos títulos: condujo al Verde entre 1997 y 1998, ganando los títulos de la Copa Interamericana 1997 y la Merconorte 1998, y después tuvo un paso fugaz en el segundo semestre de 2008.

Para Barrabás, como se le conoce, a Nacional le costó consolidar la idea del técnico Lillo y careció de profundidad y contundencia para mantenerse en carrera en el torneo Finalización: “Ha costado consolidar el sistema de juego. Para un entrenador no es buena señal cuando en casi todos los partidos la figura fue su arquero… y (Franco) Armani ha tenido una actuación estelar. Así sucedió con Juan Carlos Osorio y ahora con Lillo. Con Reinaldo (Rueda) había un poco más de orden defensivo”, dijo Gómez, quien no dirige desde 2014, cuando estuvo con Jaguares.

“Y faltó mayor profundidad, elaboración para llevar peligro a la portería contraria y convertir más goles, algo que se notó especialmente en los últimos partidos, incluso se ve reflejado en las estadísticas, con cuatro partidos sin anotar. Sería importante pensar en reforzarse con delanteros desequilibrantes por los costados, si bien hay un par de muchachos buenos, pero no tuvieron la mejor actuación”, agregó Barrabás Gómez.