El movimiento político realizado por Trump podría ser una respuesta al terreno perdido en Siria, aunque agudizará el conflicto que por años la comunidad internacional trató de evitar.
Donald Trump se va en contra de una tradición prolongada por 70 años al reconocer a Jerusalén como capital israelí. La comunidad internacional había decidido no instalar embajadas en la parte este de esa ciudad para evitar una escalada violenta entre Israel y Palestina, que han mantenido una disputa territorial y religiosa milenaria por la ocupación del área sagrada jerosolimitana.
Según el doctor en derecho internacional y docente del centro de humanidades de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), Pedro Piedrahita, “Esta decisión no es tomada a la ligera, es una decisión que tiene un calculo geopolítico, sobretodo por las fracturas que se vienen dando en el Medio Oriente a causa de la guerra siria, donde si se pudiera determinar un perdedor en este enfrentamiento, además de la población, tendríamos que decir que ese perdedor es Estados Unidos”.
“Esta pareciera ser una respuesta a esa pérdida en Siria, una respuesta peligrosa con unos efectos profundos. Los musulmanes están pendientes de lo que ocurre allí, y esto derivará en un ambiente hostil para Israel. Las consecuencias que se empezarán a vivir en estos días estarán relacionadas al aumento de la violencia, se enrarecerá aún más el ambiente geopolítico en el Medio Oriente”, agregó.
En el análisis hecho por el profesor Piedrahita, la polémica resolución de Donald Trump es una contra jugada, dado que la lectura política que podría estar haciendo el presidente de Estados Unidos indicaría que, si pierde posiciones en Siria, puede recuperarlas en Israel, especialmente en Jerusalén. Pero el error de calculo según el docente de la UPB, es que esto puede estar marcado por un incremento de la violencia terrorista.
El mensaje entregado por Washington al trasladar su embajada de Tel Aviv a Jerusalén, “es que en ultimas toda la ciudad es de Israel, de manera que los palestinos no tienen ningún derecho ni estatus”, explicó el profesor.
Esta vorágine desencadenada por Donald Trump, tiene toda una serie de elementos que datan de años atrás. De acuerdo con la reseña hecha por el profesor Piedrahita, Jerusalén siempre ha sido considerada como una ciudad sagrada por las religiones monoteístas, hecho que ha causado las luchas históricas allí.
“En este orden de ideas, es necesario resaltar lo que se vivió cuando Rusia le declaró la guerra al imperio otomano en 1853, uno de los objetivos era recuperar ese símbolo de la fe ortodoxa, retomando lo que hoy día es Jerusalén, controlada por los otomanos (Turquía), es por ello que siempre ha sido un territorio en disputa”, esbozó Piedrahita.
Antes de la guerra adelantada por Rusia, en 1947 se consideró a Palestina como un territorio internacional, de tal manera que sobre ella, la comunidad mundial no podía tomar decisiones, aunque no se definió bien el lugar político que iba a ocupar Palestina. Para 1949 cuando se dio la primera guerra árabe-israelí se produjo la división de Jerusalén.
Posteriormente, en 1950, Israel rompió el estatus internacional y declaró como su capital la parte oeste de Jerusalén. Así las cosas, la parte este quedó habitada por los palestinos, no obstante en 1967 esa área restante fue sitiada por los israelíes, “y así terminó de configurarse esa la lucha entre ambos bandos que todavía continúa”, dilucidó Piedrahíta.