“De los recuerdos feos no quiero saber nada”

Autor: Sergio Andres Correa Buitrago
16 diciembre de 2016 - 12:00 AM

Son varias las veces que Elías Trejo ha tenido que abandonar su propio hogar para huir de la violencia. Hoy, a sus 60 años, y como beneficiario de la restitución de su parcela, está decidido a empezar de nuevo desarrollando su proyecto productivo.

Caucasia

De pie sobre una pequeña colina, Elías Trejo Santos observa el ondulado terreno de 22 hectáreas que compone su finca. “Aquí me montaba yo a llorar, porque miraba...” comenta con los ojos enrojecidos y deteniéndose de pronto, como resistiéndose a que los recuerdos de días dolorosos irrumpan de nuevo en su memoria.

Los 32 grados de temperatura que suelen sentirse en Caucasia durante diciembre, golpean esa mañana con toda su fuerza, aunque la temporada seca esté tardando en llegar y el suelo esté blando, húmedo, pantanoso.

Con la firmeza de quien toda su vida ha recorrido caminos de tierra, Elías se abre paso entre los charcos y se dirige hacia su casa. En la mesa lo espera, a manera de desayuno, una cachama asada acompañada de plátano y yuca. Todos, frutos de su propio predio, que le fue restituido el 26 de julio de 2015.

“Sí, tengo bastantes cosas que contar, bonitas, porque de las feas no quiero saber nada de eso”, reitera don Elías. Su piel dura y su cabello completamente blanco no alcanzan a revelar los 60 años de edad que lleva a cuestas, así como su silencio pretende no revivir la historia de violencia que vivió la vereda El Tigre 1, lugar en el que siempre ha habitado, pero de donde se vio obligado a huir en varias ocasiones por temor al reclutamiento forzoso que ejercían los grupos armados que hicieron presencia en la región.

En 2011, Elías retornó por última vez a su propiedad para quedarse de manera definitiva. Con la tristeza de haber perdido la cosecha que le servía para dar sustento a su compañera sentimental y sus diez hijos, pero resuelto a empezar de nuevo, acudió a la Unidad de Restitución de Tierras para ser reconocido como víctima de despojo.

Hoy, en la tranquilidad de un hogar que fue ratificado como suyo y de su compañera, el campesino se emociona, sus ojos pequeños y oscuros vuelven a nublarse: “Es que yo le cuento una cosa, vea, yo salgo para Caucasia y me quedo allá, pero yo no duermo. Yo duermo es aquí. Y aquí está toda mi felicidad y aquí encuentro todo. Yo al pueblo voy porque toca pero no es porque quiera”.

Elías fue beneficiario de la microzona que abrió la Unidad de Restitución de Tierras en la vereda El Tigre 1 y a la que ha llegado la institucionalidad del Estado buscando ejercer un proceso de reparación integral. Y aunque el mismo Elías reconoce que en el proceso hay detalles por ajustar, sus palabras evidencian que la organización de la comunidad ha sido clave en la reconstrucción del tejido social. Pertenecer a la Junta de Acción Comunal ha constituido el ejercicio de resistencia más representativo de los pobladores de la zona: “De 17 años me ingresé a la junta que tenemos y no me salgo hasta que ellos me digan ‘vete’. Tengo 43 años de estar en la junta. Soy de los pioneros que empezaron. Nosotros empezamos e hicimos una escuela de paja, todo era a hombro, todo, la halada de la palma y todo, todo. Y después ya conseguimos la escuela acá, la de El Paraíso que funciona hoy en día. Ya la hicimos de material, arreadito el balastro en burro y en el lomo también, y allá hacíamos los adobes y se hizo la escuela. Lo que nos proponemos hacer desde la junta, lo llevamos a cabo. Y sobre todo, lo que tenemos nosotros es respeto y programamos muy bien las cosas que vamos a hacer”, señaló.

Pero además, la numerosa familia del caucasiano se ha integrado alrededor del proyecto productivo. Cada integrante desempeña un rol y aporta, bien sea a la siembra o a la pesca. Por eso, Elías reconoció que cuando recibió el primer desembolso de la reparación, “reuní hombres y mujeres y dije: aquí no hay un peso para nadie, vamos a hacer esto nosotros mismos y vamos a invertir en esto”.

Elías mira al horizonte y su mente no para de idear nuevas formas de aprovechar la tierra. Pronto espera tener ganado: “Yo quiero es hacer cosas antes que se me pasen las ganas, porque estoy enfermo y quiero aprovechar algo antes de que ‘me manden la boleta’”, dice, con la serenidad de quien espera, ahora, poder morir de viejo.

 

“Que no se repita”
Hasta el hogar de Elías Trejo, a una hora de camino desde el casco urbano de Caucasia, llegó el director nacional de la Unidad de Restitución de Tierras, Ricardo Sabogal, para atestiguar los detalles del proceso restitutivo. “¿Sabe qué es lo que queremos? Que nunca más un campesino salga por la violencia. Y para que nunca más ocurra eso, nos toca poner los ojos en el campo y si queremos que eso nunca más pase, nos toca venir a familias como ustedes y darles los instrumentos para que pongan a trabajar la tierra. Porque si ustedes no tienen con qué producir la tierra, a veces los hijos de nuestros campesinos se van a enrolar los grupos armados ilegales. Pero si tienen con qué producir, tienen su escuela y tienen su salud, se quedan trabajando”, señaló Sabogal en conversación con el campesino.

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