Más bien el alcalde Federico debería contestar ¿qué pasó con la gerencia del tranvía?, ¿cuánto le costó a la ciudad esta estructura administrativa que, medidos en resultados, no alcanzó ninguno?
A la noticia de que el proyecto del corredor del tranvía por la 80 en Medellín le hace falta aún mucha más discusión y socialización. En silencio y socarronamente se ha informado que en esta administración esa promesa —como otras tantas consignadas en el plan de desarrollo— no se desarrollará.
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Desde la administración local se le ha querido trasladar la responsabilidad de tal fracaso al Gobierno Nacional, cuando todo parece indicar que se debió a fallas en la estructuración del proyecto —que es distinto a la publicidad— y que para quienes ven los asuntos administrativos de la ciudad por las pantallas pareciera lo mismo, pero no lo es.
Ya se habían dado varios campanazos de alerta. El primero de ellos surgió a finales de 2016 cuando el representante a la cámara por Antioquia, Víctor Correa, publicó una comunicación en la que el Ministerio de Hacienda afirmaba que hasta entonces no se había radicado solicitud alguna por parte de la administración de Medellín para acompañar financieramente el proyecto.
La segunda campanada se dio unos cuantos días antes del inicio de la ley de garantías, cuando no había nada que hacer. El hasta entonces Viceministro de transporte negó ante una pregunta que le hice a la salida de un foro de movilidad sostenible que en su escritorio haya llegado informe técnico y plenamente estructurado de este proyecto necesario para la ciudad de Medellín.
En todo este tiempo se ha cacareado en medios de comunicación la necesidad de recursos del Gobierno Nacional, olvidando incluso, que los 600.000 millones de pesos que se tienen hacen parte de la venta de Isagen, una decisión meramente del Gobierno Nacional. Es distinto decir que se necesita la plata, a gestionarla.
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Pero lo más grave a mi consideración es que este fue, sin duda, un tema fundamental en la decisión de los electores por la contienda electoral por la Alcaldía de Medellín en 2015. Los medellinenses escogieron tranvía por encima de monorriel y vieron en el candidato ganador una persona que lo podía sacar adelante —porque las condiciones económicas ya eran conocidas— pero no fue así. Olvidamos los ciudadanos de esta ciudad que los alcaldes en Colombia son elegidos por su programa de gobierno y que de no ser cumplido queda abierta la puerta a los mecanismos consignados por la Constitución y la ley para hacer valer la palabra del candidato. O por lo menos el castigo en sus niveles de favorabilidad.
Ahora el alcalde Federico Gutiérrez, viene impulsando la idea de que por este corredor queda espectacular un sistema de buses rápidos impulsados con energía eléctrica, en contravía a lo arrojado por el estudio técnico que incluso se renovó bajo su administración y que reiteraba la viabilidad de un sistema tipo tranvía por este corredor. Podría ser una decisión muy costosa para la ciudad anteponer los caprichos ante las evidencias técnicas. Más bien el alcalde Federico debería contestar ¿qué pasó con la gerencia del tranvía?¿Cuánto le costó a la ciudad esta estructura administrativa que, medidos en resultados, no alcanzó ninguno? Y la ciudad debería dar un debate como el que está dando Bogotá por su carrera séptima: ¿buses o tranvía?